Alegremonos, Cristo viene!

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El Señor ha dado a conocer Su victoria; 

A la vista de las naciones ha revelado Su justicia. 

Se ha acordado de Su misericordia y de Su fidelidad para con la casa de Israel; 

Todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. 

Salmo 98:2–3

Isaac Watts, inspirado en este salmo, escribió el himno Joy to the World (Al Mundo Paz), canto que celebra la majestad de Dios. Si bien lo asociamos con la Navidad, Watts no pensó en el nacimiento de Cristo al escribirlo, sino en Su Segunda Venida. El salmo, que refleja esta esperanza, nos invita a alabar al Señor con alegría porque Él es el Salvador, fiel a Sus promesas y el Juez justo que traerá restauración al mundo.

Lo primero a lo que nos dirige el salmo es a la salvación de Dios (v. 2) quien no actúa en secreto pues; Su salvación es clara y pública. Esta verdad se cumple plenamente en Cristo, quien vino al mundo para salvar a los pecadores (1 Tim. 1:15). Su muerte y resurrección son el mayor acto de amor, y Su evangelio es la buena noticia que se proclama a todas las naciones. A los creyentes, esta salvación nos llena de gratitud y nos impulsa a compartirla con los demás.

El salmista también celebra la fidelidad de Dios (v. 3). Dios no cambia, y Su fidelidad nunca falla. Lamentaciones 3:22 y 23 declara: “Que las misericordias del Señor jamás terminan, Pues nunca fallan Sus bondades; Son nuevas cada mañana; ¡Grande es Tu fidelidad!” Esto significa que, en medio de las incertidumbres de la vida, podemos confiar en que Él siempre cumplirá Sus promesas.

El clímax del salmo es la declaración de que el Señor viene a juzgar al mundo con justicia y a los pueblos con equidad (v. 9). Este juicio no es motivo de temor para los creyentes, sino de esperanza y gozo, porque será justo y perfecto. En un mundo lleno de injusticia, corrupción y maldad, la venida del Rey que juzgará con equidad es motivo de celebración.

Nuestra alabanza debe estar arraigada en quién es Dios, en lo que ha hecho y en lo que hará. Al meditar Su salvación, Su fidelidad y Su justicia, nuestros corazones deben llenarse de gozo y gratitud. Este salmo no solo mira hacia el pasado, a las obras redentoras de Dios, sino también hacia el futuro, al glorioso día cuando Cristo regrese para establecer Su reino eterno.

Cantemos al Señor con alegría con toda nuestra vida, no solo con palabras. Que el gozo de Su salvación y la esperanza de Su regreso te lleven a vivir para Su gloria cada día.

¡Nuestro Dios reina, y Su reino no tendrá fin!