Por esta razón también, obrando con toda diligencia, añadan a su fe, virtud, y a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio, al dominio propio, perseverancia, y a la perseverancia, piedad, a la piedad, fraternidad y a la fraternidad, amor. 2 P 1:5–7.
Para crecer en la santidad del Señor, hay que poner la fe como fundamento, como si estuviésemos construyendo; los cimientos son la fe que viene por Cristo, la que salva, la que da vida eterna (EF2:8). Hoy estaremos centrados en el cuarto piso, que es la paciencia.
La palabra paciencia que se usa en este pasaje es mejor traducida como perseverancia en los momentos de crisis o solo perseverancia. Puede llegar a ser una virtud muy valiosa del creyente que lo llevará a aguantar valerosamente en los días difíciles. Esto es una resistencia activa, lo que significa que no es solo esperar, es esperar en Dios mientras se transita la senda.
El más grande ejemplo de esto es Cristo: puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. He 12:2. No estaba poniendo su mirada en el dolor, sino en el resultado, no en la muerte, que es el resultado inmediato, sino en el fin, que era la glorificación con su pueblo, es decir, la Iglesia.
Eso es paciencia, la firmeza cristiana. Consiste en aceptar con coraje todo lo que la vida nos pueda hacer, y transformar hasta el peor suceso en otro paso adelante y hacia arriba. (Barclay, Comentario, p. 1018). Cuando los apóstoles trataron este tema, llamaron a los creyentes a tener paciencia para que esa fe que ellos tenían fuese fortalecida y creciera en el poder de Dios (St 1:12-15). Así que la paciencia como virtud es soportar la prueba esperando que Dios nos fortalezca en el medio de ella y que la fe salga más fortalecida.
En términos generales, la paciencia es una virtud que nos hace resistir los embates de la vida y de los enemigos para poner la mirada en Cristo y no en las cosas de la tierra. Hay que sufrir los embates terrenales con la mirada puesta en el cielo para que no sea una dura tarea, sino un deleite esperar en Cristo; que nada, hermanos, nos quite el gozo de la salvación tan grande en Cristo Jesús.
Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces ustedes también serán manifestados con Él en gloria. Col 3:1–4.
