¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre; el que confiesa al Hijo tiene también al Padre. 1 Jn 2:22–23.
Se celebra la Navidad y el mundo occidental y otras partes del mundo se preparan para celebrar, pero ¿Qué celebran? Algunos las fiestas de fin de año, otros el «nacimiento de Jesús», otros la actividad familiar. Aunque todos están de acuerdo en celebrar, no todos están de acuerdo en el que. Lo mismo pasa con sociedades tan cristianizadas, muchos dicen seguir a Jesús mientras van por sus vidas negándolo.
Los que salían de la Iglesia, los que se dejaban engañar por los falsos maestros empezaban a apostatar. Los que decían ser creyentes cuando se iban negaban la naturaleza divina de Jesús, sus milagros y hasta la resurrección. A todos ellos Juan los llama mentirosos y anticristos. Los que se oponen a Jesús entonces están en contra de Él, al negar a Jesús tampoco están con el Padre, los que lo confiesan, por otro lado, tienen al Padre.
En estos días, gran parte de los humanos ha escuchado de Jesús, en los países latinos la gran parte de los habitantes se identifican como cristianos. ¿Esto es suficiente? Pues no, aunque muchos de ellos no se atreverían a negar a Jesús o su naturaleza, tampoco se atreven a seguirlo. Esto a su vez genera sincretismo y religiosidad antes que cristiandad.
Aunque en el contexto histórico en el que se escribe Juan es muy sensata la exhortación, ya que solo existía dos grupos, los que seguían a Cristo y lo confesaban y los que lo rechazaban y lo negaban. Hoy hay grupos que lo confiesan y lo siguen, que lo confiesan, pero no lo siguen y otros que lo rechazan del todo. La bendición en todo esto es que el Evangelio no cambia a pesar de que las generaciones sí lo hagan, el mensaje de salvación sigue siendo el mismo, un llamado al arrepentimiento y a la búsqueda de la santidad sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14)
Así que hoy los cristianos que vivimos en sociedades tan cristianizadas tenemos la misma tarea de evangelizar, aunque estemos rodeados de personas que dicen saber de Jesús, pero que también se oponen a Él, siendo parte de los anticristos. Esto es un gran reto y una enorme responsabilidad, porque predicar el Evangelio a ellos es nuestro deber, aunque digan conocerlo, pero que no lo siguen, estos también no tienen al Padre junto a quienes definitivamente niegan a Dios abiertamente. La ventaja es que es el mismo trabajo que han hecho todas las generaciones y los resultados siguen dependiendo del mismo Espíritu de Dios.
Jesús sigue siendo el camino, la verdad, y la vida, y sin Él, nadie viene al Padre(Juan 14:6). Este es mensaje que debe seguir siendo predicado a todo el mundo.