Porque para este propósito han sido llamados, pues también Cristo sufrió por ustedes, dejándoles ejemplo para que sigan Sus pasos, EL CUAL NO COMETIÓ PECADO, NI ENGAÑO ALGUNO SE HALLÓ EN SU y quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga con justicia. 1 P 2:21–23.
Los creyentes han sido llamados a sufrir los vituperios, sufrimientos y las persecuciones, ya sea a mano de la familia, conocidos o el trabajo. El creyente, por testimonio de Cristo, debe soportar. Si alguno está sufriendo, debe volver a Cristo para ver su ejemplo y actuar de la misma manera que Él lo haría. La vida de Cristo estuvo llena de sufrimientos y la de sus discípulos también (Lc. 24:25–26).
Si pensamos en lo injusto que fue el sufrimiento de Cristo, en cuanto a lo legal, fue condenado injustamente porque no cometió delito (Jn 8:46). Su vida fue perfecta, libre de pecado, pero llena de dolores a causa de sus detractores, y de esta manera sucederá con los que quieren ir en pos de la piedad (2 Ti. 3:12). Lo que padeció Cristo y cómo lo hizo es el ejemplo que cada creyente debe seguir cuando se siente perseguido (He 12:3–4).
Cristo nos ha dejado ejemplo para que sigamos sus pisadas, aun en el sufrimiento. Aunque es inigualable, nunca entenderemos su dolor y su pasión por cargar nuestros pecados; aun así, podemos sufrir por su causa. Es un hecho que los hermanos que recibieron esta carta estaban sufriendo muchísimo y que debían ser animados; la forma de hacerlo es mostrándoles que, a pesar de las injusticias, los creyentes deben estar dispuestos a padecer por el nombre de Cristo.
Siendo Cristo sin pecado, sufrió a mano de los pecadores y guardó silencio y cuando fue amenazado, lo encomendó todo a Dios; esa es la parte que como creyentes debemos aprender. Si somos maltratados por este mundo y amenazados, hay que encomendarlo todo al Señor y sufrir por su causa.
Los sufrimientos de esta tierra son pocos al ser comparados con la gloria venidera (Ro. 8:18), podemos padecer por la causa de Cristo si de verdad nos entregamos a Él. Ahora debemos aprender a llevar el sufrimiento de manera que glorifique a Dios y la única manera es haciéndolo en humildad, así como Cristo lo hizo.
