Dios da testimonio de su permanencia entre la Iglesia.

a person sitting on a hill with a cross in the background

Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado. 1 Jn 3:24b.

La permanencia de Dios en la vida de los creyentes es la promesa que está cumpliendo por medio del Espíritu de Dios. El verbo permanecer que Juan usa tiene la connotación de alojarse o quedarse en un lugar. Dios está en medio de la Iglesia, su Espíritu da testimonio de la obra divina entre los creyentes, algunas de las obras que hace en medio de la congregación son la santificación, la comunión y los dones espirituales.

El Espíritu es el don del buen Padre (Lc 11:13), el amor de Dios es derramado en la vida de los creyentes por medio de su Espíritu (Ro. 5:5), es el que da testimonio de la obra de salvación que se ha realizado (Ef. 1:13–14). De manera que la obra de Dios son claramente visibles en la Iglesia y en cada creyente por medio del Espíritu Santo.

La transformación que realiza el Espíritu de Dios no solo es un evento para la salvación, es una obra perdurable y constante. Además, Dios mismo da testimonio de cuál es el fruto del Espíritu para que no sean confundidos (Ga 5:22–24). Por lo tanto, la permanencia de Dios en la vida de los cristianos es inconfundible. Los milagros, los dones y las obras extraordinarias de Dios se pueden falsificar y muchos van en pos de esos engaños, pero el fruto es inconfundible porque solo el Espíritu lo puede reproducir.

La confianza de los creyentes no es las buenas obras que puedan hacer, es la obra de Dios que está siendo manifestada en cada uno. El someterse a Dios generará, santificación, obediencia y una fe preciosa que es una marca indiscutible de los que están en Él, la perseverancia que solo puede haber en los creyentes será recompensada (Ro 2:6–7). Dios permanece en cada creyente a quienes les ha dado vida eterna y los recompensará al final, pero es el Espíritu el que los mantiene perseverantes (Fil. 1:6)

De manera que el que está en Cristo vive bajo la supervisión del Espíritu, desde ya vive para glorificar a Dios aquí en la tierra, mientras espera la transformación para entrar en una eterna contemplación y adoración de Aquel que lo salvó. Si el fruto y la obra del Espíritu no son visibles, entonces es momento de revisar nuestras vidas, pero si estos están presentes, Dios nos guardará en Él hasta el final, esta es nuestra esperanza y nuestro gozo.