Dios de promesas eternas

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Hebreos 11:39–40 Y todos estos, habiendo obtenido aprobación  por su fe , no recibieron la promesa , porque Dios había provisto  algo mejor para nosotros , a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros .

El capítulo 11 de Hebreos relata lo maravillosa que puede llegar a ser la fe que proviene de Dios y es depositada en los hombres. La lista es enorme, son tantas personas y tantas acciones que hicieron por fe que todos, cuando las leen, quieren imitarlos y eso deberíamos hacer todos.

¿Pero seguirían deseándolos cuando leen este pasaje? Todos ellos fueron aprobados, pero no recibieron la promesa; el mundo no era digno de ellos, pero no vieron lo que se les había prometido. Si todos ellos hubiesen recibido a plenitud la promesa eterna de Dios, la iglesia no hubiese hallado espacio. Dios tiene un plan más grande, la resurrección para todos sus santos (Apo 21:1-7) donde se reunirán sus escogidos de todo pueblo y nación y también los justos de Hebreos 11.

En la actualidad, donde todas las victorias dependen de los resultados visibles, ¿qué tan fácil puede ser vivir por fe como estos personajes? He conocido hermanos que han vendido todo para servir a Cristo, otros que trabajan día y noche para sustentar a los que abandonan todo por causa del evangelio. Pero todos ellos trabajan muchas veces sin ver resultados, trabajan por fe.

El evangelismo, la predicación santa, la vida de pureza y la misma Biblia no son tan amados en la iglesia contemporánea porque ahuyentan a la gente; el duro Evangelio de Jesucristo ha pasado de moda. Si solo se predica a Cristo, la gente no quiere escuchar. La iglesia se ha vuelto pragmática porque quiere resultados; eso no es fe.

Vivir por fe es esperar pacientemente en Dios, en su promesa eterna, cielos nuevos y tierra nueva, su presencia con su pueblo. No esperemos resultados visibles; nuestra promesa está en Jesús, en la vida eterna. A muchos la muerte los ha alcanzado sin ver la resurrección y la patria prometida, pero del otro lado está el Salvador esperando a sus redimidos. No esperamos resultados terrenales de una fe que es celestial, ni gloria terrenal de un Dios Santo que mora en las alturas; su reino es eterno, al igual que todos los que confían en Él. Aunque por ahora no veamos, los resultados, ya han sido atesorados por Cristo, en Él.

La fe siempre superará los resultados porque tenemos un Dios no de promesas terrenales, tenemos un Dios de promesas eternas, las cuales nos dará en su presencia.