Dios quiere que evitemos la hipocresía, quiere que mostremos el amor que hemos recibido.

a crowd of people standing in a dark room

Nosotros amamos porque Él nos amó primero. Si alguien dice: «Yo amo a Dios», pero aborrece a su hermano, es un mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. Y este mandamiento tenemos de Él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano. 1 Jn 4:19–21.

Juan cierra el tema del amor con una contundencia increíble; la primera es la fuente. El amor es conocido porque Dios nos amó primero. Así que no tenemos la capacidad de amar; es algo que el ser humano solo puede conocer porque tiene comunión con Dios. En otras palabras, lo que Dios nos exige es que derramemos sobre otros el mismo amor que Él nos ha mostrado.

El que no es capaz de amar a su hermano, quien también fue limpiado de pecado y purificado por el amor de Dios, no puede alardear de amar al Señor. Dios quiere que evitemos la hipocresía, quiere que mostremos el amor que hemos recibido. El problema no es que no amemos, el problema es que lo queremos hacer bajo nuestros términos, que es igualmente pecaminoso.

Dios quiere que tengamos un amor perdonador (Mt. 18:21–22), un amor que aliviana las cargas de los hermanos (Gá. 6:2), un amor que se sacrifica (Hch. 20:35; Fil. 2:3–4) y un amor que no tolera el pecado, ni las falsas enseñanzas (1 Ti. 5:20; 2 Ts. 3:15). Este tipo de amor es el que hemos recibido del Padre y el que debemos derramar sobre nuestros hermanos si es que decimos que a Él seguimos y amamos.

Amar a nuestros hermanos incondicionalmente es una forma de ver y observar la obra de Cristo en nosotros; nos da seguridad y nos alienta porque demuestra que estamos en el lugar correcto (Stg. 1:27) y con la doctrina correcta. Porque el amor es guardar al hermano en sus necesidades, reprenderlo en su pecado y restaurarlo en su arrepentimiento; es cuidar el corazón de los débiles y guiar a los creyentes a parecerse más a Cristo. No podemos rechazar involucrarnos en la vida de los hermanos si decimos amar a Cristo, porque no existe tal cosa como amar de lejos. Hermanos, es hora de tener un amor verdadero los unos por los otros y así mostrar el amor que hemos recibido del Padre y el amor que le tenemos.