Si ustedes son insultados por el nombre de Cristo, dichosos son, pues el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre ustedes. Ciertamente, por ellos Él es blasfemado, pero por ustedes es glorificado. 1 P 4:14.
Si algún creyente está padeciendo por Cristo o es insultado por su Nombre, debe sentir gozo. Cuando las personas escucharon de Cristo que había resucitado y que había perdón de pecados en Él, el mundo se dividió entre los que creyeron y se salvaron y los que rechazaron el mensaje de salvación junto a los mensajeros.
Pedro habla de padecer, pero el padecimiento descrito aquí significa ser injuriado o vituperado; esto es ser acusado o alguien que recibe insultos. La verdad es que la realidad del creyente puede ser ambas cosas. Este mundo injurió a Cristo y seguirá injuriando a sus hijos (Ro. 15:3). Cuando la iglesia crecía, el odio que recibían los creyentes también iba en crecimiento (Hch 4:17–18; 17:1–7).
Si es el evangelio y la causa de Cristo lo que nos hace sufrir, deberíamos sentirnos dichosos o bienaventurados porque el Espíritu de gloria ha reposado sobre nosotros. No ha llegado en el momento de la salvación; ahora mora en cada cristiano; este reposar significa descansar del arduo trabajo. De alguna manera, este refrigerio es transferido al cristiano para que encuentre reposo a pesar de la persecución.
El mundo impío busca cómo agredir a los cristianos y blasfemar de Cristo, pero en este proceso el Señor es glorificado por los creyentes. En regiones de Latinoamérica, los creyentes sufren por pandillas de delincuentes, pobreza o gobiernos corruptos y otras cuestiones del mundo y el pecado. Sin embargo, rara vez este sufrimiento está ligado al evangelio. Pero también hay una minoría que carga con el peso del evangelio y sus consecuencias; ellos son dichosos.
Aun en medio de la persecución y las blasfemias de los impíos, Dios quiere ser glorificado por su pueblo, un pueblo que no se detiene a la hora de predicar y enseñar acerca de la salvación. Dios quiere que nos comprometamos a llevar su nombre y las consecuencias de ello. Porque sea que el impío nos injurie o no, el nombre de Dios será glorificado por medio de su pueblo. Él desea que los cristianos sean un reflejo de su gloria para el mundo impío; eso trae como consecuencia desprecio de estos, pero la glorificación de nuestro Señor.
