El consuelo del pecador penitente.

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Y si alguien peca, tenemos Abogado para con el Padre, a Jesucristo el Justo. Él mismo es la propiciación por nuestros. 1 Jn 2:1–2.

La realidad después de todo es que ningún creyente, ningún cristiano, mientras esté vivo, podrá decir que ha dejado de pecar. Aunque el mandamiento es que no pequemos, la realidad, es que la lucha está ahí y es real. Dios lo sabe, el creyente lo sabe. El pecado atenta contra el Señor y su santidad, es contra Él que pecamos siempre, es su Nombre el que se ve primeramente afectado cuando pecamos cualquiera que sea la falta. Si mentimos, contra su ley pecamos, si ofendemos a un hermano, es contra Él que pecamos porque atentamos contra el cuerpo de Cristo, es así que cada vez que pecamos es contra Dios que atentamos en primera instancia.
 
            Dios sabe nuestra condición, entiende que somos pecadores y lo declara en las Escrituras (Ro. 3:9–10), lo maravilloso de esta realidad es el cuidado que Él tiene con su pueblo para que cuando sea hallado en pecado encuentre refugio y perdón, casi de inmediato. Esto solo a través de la obra de Jesucristo como mediador entre Dios y el pecador. Cristo es el ayudador del pecador penitente, del que se duele en su impotencia por hacer el bien.
 
            Esto es resultado de la obra de la Cruz del calvario, el creyente ahora tiene paz con Dios por medio de Jesucristo (Ro. 5:1). Todos los redimidos en Cristo Jesús, los que fueron gratuitamente lavados, los que encontraron perdón de pecados (Ro. 3:24). Y cuando es hallado en una falta, abogado tiene, o mejor dicho, ayuda, encuentra en Jesucristo, quien lo ha salvado y lo ha rescatado para sí. Jesucristo es el intercesor del pecador cuando es hallado en falta, de manera que Pablo pudo preguntar: ¿Quién nos condenará? (Ro 8:32–35)
 
            La consolación que recibe el pecador es maravillosa y sin igual, pero solo los verdaderos creyentes verdaderamente disfrutan de Cristo como ayuda en medio de sus faltas, el incrédulo no siente la necesidad de un redentor, menos se duele por su pecado y desprecia así la santidad y la ayuda que Dios provee. Por lo tanto, solo un verdadero creyente halla consuelo en Cristo, aun cuando ha pecado contra Él. Ahí está siempre, pero, no lo puede ver, no lo puede disfrutar y no se puede gozar en su presencia. En términos generales, es Cristo es la ayuda y el consuelo exclusivo de los creyentes cuando sienten la carga de su maldad y pecado.