El creyente debe estar preparado para la batalla con la mirada puesta en Cristo.

faith, prayer, cross, religion, pray, christian, christianity, worships, christians, contemplative, bullet, ball, prayer, prayer, prayer, prayer, prayer, cross, cross, cross, cross, christian, christian, christian

Por tanto, preparen su entendimiento para la acción. Sean sobrios en espíritu, pongan su esperanza completamente en la gracia que se les traerá en la revelación de Jesucristo. 1 P 1:13.

En medio de las dificultades y de las persecuciones es muy fácil perder la orientación, pero Pedro aquí da una solución a ese sentimiento que nos puede agobiar. El primer mandamiento que da es que formen filas, que estén preparados para la guerra, listos para actuar. Esta expresión que usa Pedro es literalmente «amarren los cinturones para el servicio, el servicio a Dios». La batalla contra el mundo, la carne y el diablo está ahí afuera y no espera; los creyentes deben estar listos siempre, preparados psicológicamente para ella.

El otro mandamiento para la batalla es: sean sobrios en espíritu. Ser sobrio significa estar libre de la influencia de productos embriagantes. En este pasaje, esta palabra nos llama a reconocer la realidad de la revelación, especialmente el tema que Pedro trata, la salvación, de manera que el creyente se desempeñe en un culto agradable, la esperanza, el amor y que esté consciente de la realidad del conflicto que esto le traerá.

Por ello, a pesar de que Pedro está consciente de las necesidades y de las luchas de los creyentes, les puede dar la píldora para olvidarse de esas dificultades. Poner la mirada en la esperanza que traerá Cristo cuando se revele. El mandamiento es sencillo, pero implica muchísimos aspectos espirituales. Implica que el creyente debe anhelar con ansias la venida de Cristo (Ro. 8:23), que esperamos la manifestación de lo que seremos ese día (Col. 3:4).

Los creyentes no deberíamos poner nuestra mirada en las cosas espectaculares que pasaran en el final de los tiempos, ni en las batallas que libramos en el presente, tampoco en las que vendrán en el futuro. Nuestra mirada debe estar puesta en la esperanza que es Cristo; eso aliviará nuestros dolores y pesares. La glorificación y vida eterna que disfrutarán en el cielo los creyentes es una realidad que aguarda para cada uno (2 Ti. 4:8; 1 Jn. 3:2).

Poner nuestra mirada en las ansiedades de este mundo y los problemas que hay en nuestro peregrinaje en esta tierra solo muestran nuestra debilidad, ya que el mandamiento es que pongamos la mirada en Cristo. No importa la situación, dolor o persecución; cada cristiano debe mantenerse firme y listo para la batalla con la mirada puesta en la esperanza eterna que tenemos en Cristo.