Ustedes, maridos, igualmente convivan de manera comprensiva con sus mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor por ser heredera como ustedes de la gracia de la vida, para que sus oraciones no sean estorbadas. 1 P 3:7.
Es importante ver que Dios está preocupado por el comportamiento que deben tener los matrimonios cuando hay una unión de un creyente con un incrédulo. Los varones también tienen sus responsabilidades delante de su pareja y responsabilidades serias que no pueden abandonar ni vacilar para ponerlas por práctica.
El hombre debe ser sensible a las necesidades de su esposa, físicas y emocionales; esto los hombres deben saberlo, no deben estar provocando celos a sus esposas si lo que desean es ganarlas para Cristo. Si esta mujer no se congrega, ni tiene interés en lo espiritual, el marido, con sensibilidad, debe guiarla a la verdad, con amor y ternura; amarla como Cristo amó a la iglesia (Ef. 5:25–28).
Debe otorgarle seguridad a su esposa, como vaso más frágil; esta expresión tiene que ver más con la fuerza física y el deber del varón de esforzarse para traer el alimento a casa (1 Ti. 5:8). Por tanto, debe ser proveedor, un lugar de seguridad. Un hombre que tiene a su lado a una esposa incrédula debe amarla y no ser grosero (Col. 3:19). En este punto es necesario que el hombre sepa que esta es la forma en que Dios quiere que gobierne su casa; el Señor está mandándole al hombre que dirija su hogar con sabiduría; una parte muy importante de dar seguridad en el hogar es dirigirlo con sabiduría.
Además, el marido debe darle honor a su esposa porque ambos participan del regalo de la vida aquí en la tierra, son compañeros de viaje, como dice Pedro: «heredera como ustedes de la gracia de la vida». El matrimonio sigue siendo una empresa divina que Dios otorga como gracia a los hombres; si a uno de los cónyuges le dio vida eterna, esto no anula el compromiso matrimonial que tiene, todo lo contrario, lo refuerza porque ahora hay conocimiento del amor de Dios.
Es curioso que cuando un hombre cristiano no puede tratar con amor a su esposa incrédula, no es cuidador ni proveedor en las necesidades físicas y espirituales; esto hace que sus oraciones tengan estorbo. Es probable que Dios no conteste las oraciones de aquellos que se niegan a modelar a Cristo delante de los incrédulos, especialmente en sus matrimonios.
Si un hombre quiere que su esposa escuche el evangelio, debe ser sabio en cómo comportarse y ser un modelo de Cristo en el hogar para que también pueda ser oído por el Padre (Jn. 14:13–14). Definitivamente, luchar en el hogar para ser como un buen cristiano cuando se está rodeado de incrédulos es difícil, pero Dios no demanda menos de cada uno de sus hijos; ya habrá tiempo para estar todos los santos juntos en la eternidad. Aquí todavía hay que luchar por el evangelio de Cristo aún en nuestra propia casa.
