El deber de testificar de Jesús

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y lo que han tocado nuestras manos, esto escribimos acerca del Verbo de vida.

Jn1:1 

En la tercera parte de esta declaración que Juan hace con respecto a Jesús defiende que sus propios ojos vieron al Verbo de vida, lo contemplaron y además lo tocaron. Estas tres expresiones dan cuenta de lo real que fue Jesús en su humanidad, era visible, audible y palpable. Jesús no era un espíritu, es Dios plenamente y Hombre plenamente.

El testimonio de Juan es clave en cuanto a la humanidad de Jesús en la tierra, tuvo tiempo para observarlo de cerca. Pudieron observar su Divinidad (Jn. 1:1,29, 41, Jn. 11:24–27), su poder para curar y echar fuera demonios (2:6–10; 4:46–53; 5:5–9; 9:1–7; 11:38–45), su autoridad divina para dar vida eterna (11:24–27). Todo este testimonio de Jesús fue revelado a los apóstoles para que lo difundiera. Pero también Cristo era palpable en su ministerio terrenal (Jn. 13:23, 25; 21:20), fue un hombre en plenitud y después de su resurrección lo seguía siendo. (Jn. 20:27).

Juan da testimonio de esto porque algunos negaban que Jesús había venido en carne (1 Juan 4:2-3), estos estaban engañando a los creyentes, tratando de confundirlos. Algo similar a lo que hoy acontece, no solamente hay grupos que niegan a Jesús, que lo rechazan abiertamente, hay otros que lo quieren borrar de la mente de la sociedad.

Los que somos de Él, los que andamos en la Verdad de Jesús, debemos defender, predicar, enseñar y guardar el testimonio de Jesús. Este mundo no es bueno como lo pinta la sociedad, el ser humano está corrompido y parte de esa corrupción y del engaño de Satanás es que olvidemos quien es Jesús, Dios hecho carne. Mientras los creyentes estén cayados el diablo está bien, así que ha llenado de vergüenza a los que dicen ser de Cristo, los ha enjaulado en cuatro paredes y el testimonio de Jesús se ha detenido en muchos lugares.

Así como Juan testificó de lo que vio, cada creyente está llamado a testificar de lo que Cristo ha hecho, es nuestra responsabilidad delante de Dios y de lo cual daremos cuenta porque para este fin fuimos salvados, en palabras de Pedro se puede resumir así:

«Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable.»

1 P 2:9.