El nuevo pacto, las implicaciones para los creyentes

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El establecimiento del nuevo pacto fue el cumplimiento de las promesas que Dios dio a los santos del antiguo testamento. Con la venida de Jesucristo, su muerte y su resurrección, fue posible el establecimiento del nuevo pacto por medio de su sangre. Es importante para el estudiante reconocer cómo se estableció este pacto y las implicaciones teológicas que tiene para los creyentes. En este texto se desarrollará brevemente este tema para hacer las observaciones acerca de cómo se estableció el pacto, las características que tiene y cómo beneficia esto a los creyentes.

Este texto presenta una introducción al tema del Nuevo Pacto; por lo tanto, no busca ser exhaustivo, pero sí presenta lo necesario para que el lector se pueda introducir y animar a estudiar profundamente este tema. Todo creyente en Cristo Jesús debe estar preocupado por saber cómo ha llegado a ser parte de la familia de Dios y por qué razón ya no hay condenación para los que están en Cristo, y esto solo se puede entender a través de un entendimiento bíblico del Nuevo Pacto.

El establecimiento del Nuevo Pacto

El nuevo pacto se establece como cumplimiento de una promesa establecida en Jeremías (31:31–32). El Antiguo Pacto no estaba exento de fallos. No obstante, su falla no era parecida a la de una máquina que debe ser reparada. Su defecto radicaba en su carácter incompleto. El Antiguo Pacto era defectuoso porque no era definitivo. Si este hubiera sido el acuerdo final, no habría sido necesario uno mejor. Asimismo, es importante señalar que el antiguo pacto no fue capaz de proveer un sacerdote que realizara la expiación final y total por las transgresiones del pueblo de Dios; había una necesidad de constantes rituales de ofrendas y de sacrificios.[1]

En el nuevo pacto que Dios había prometido, se resuelve el problema de Dios con el hombre, y se otorga un medio para obtener la expiación. La ley será un deseo del hombre, la salvación un regalo de la gracia de Dios por la obra acabada de Jesucristo, que requiere arrepentimiento y fe; este tema se abordará más adelante. [2]  El nuevo pacto es predicado por Jesús, el relato de la Última Cena conecta la muerte de Jesús con la ley que Dios dio a su pueblo.  Cuando Jesús menciona «Mi sangre del nuevo pacto» (Mt 26:28), está haciendo referencia a Éxodo 24, que retrata la ratificación de la ley-pacto que Dios le otorgó a su gente en el Monte Sinaí.

Moisés esparció la sangre del sacrificio sobre el pueblo, afirmando: «Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha establecido con ustedes» (NVI) en Éxodo 24:8. Esto era una imagen no solo del perdón de Dios, sino también de su vinculación con el pueblo en una relación. Ahora, con la muerte de Jesús, se observa un nuevo pacto (Jer 31:31–34; Ez 36:25–27) sellado no con la sangre de un sacrificio animal, sino con la sangre del propio Hijo de Dios (Heb 10:1–18). Él es el sacrificio sustitutivo.[3]

Características del Nuevo Pacto

El Nuevo Pacto tiene algunas características que lo diferencian del Antiguo Pacto, por ello se hace necesario revisar algunas de ellas. Para entender las diferencias entre un pacto y otro es necesario entender estas características. 

Mejor que el antiguo pacto

Dios prometió por medio de Jeremías un nuevo pacto (Jer. 31:31–34). El autor de Hebreos dice lo siguiente: «Estableceré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá» (He 8:8): «Al decir nuevo pacto», ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y envejece, está próximo a desaparecer (He. 8:13). Es importante que el lector del Antiguo Testamento comprenda que el Pacto Antiguo no fue concebido para ser eterno. El Pacto Antiguo muere al cumplirse su cometido, al generar la convicción de arrepentimiento; sin embargo, el nuevo pacto subsiste y no será sustituido ni complementado por otro.[4]

Es universal

La Biblia enseña cómo la promesa de la redención se extendió a todos los pueblos (Ef 2:11–22); esto es algo que se inauguró con el nuevo pacto. En el Pacto Antiguo, existía una clara separación entre Israel y los gentiles. El simbolismo de la valla que dividía el atrio de los gentiles del resto del templo, impidiendo a estos últimos ingresar en las áreas destinadas a los israelitas, terminó cuando la Cruz unió a todos los hombres salvos, gentiles y judíos, formando un único pueblo y convirtiendo a ambos grupos en un solo hombre.[5] Ahora judíos y gentiles son una sola nación redimida y unida en la Iglesia (1 Cor 12:13).

Es incondicional

Algunas de las frases del capítulo 31 de Jeremías son muy importantes; por ejemplo, el versículo 10 dice: «Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré». Esto promete que Dios dará el deseo y la habilidad para actuar según su voluntad. Hebreos entiende que Jesús cumplió esta promesa por medio de su obediencia perfecta. Asimismo, el versículo 11 asegura que todos conocerán a Dios «desde el menor hasta el mayor» mediante el nuevo pacto.  En Hebreos se explica que Jesús cumplió esta promesa al proveer el libre acceso a la presencia de Dios (4:16; 7:25; 10:19–22; y 12:22–24). La expresión «Yo haré» (He 8:10), demuestra la incondicionalidad de su convenio. No se trata de una ley que demanda obediencia total, sino de un ardiente anhelo de obedecer que proviene del corazón humano (vv. 10-11), esto gracias a la obra del Espíritu Santo. [6]

Es por gracia

Este pacto provee el verdadero perdón: «Pues tendré misericordia de sus iniquidades, Y nunca más me acordaré de sus pecados» (He 8:12). Dios se va a olvidar de los pecados de sus hijos; ya no será como el Antiguo Pacto, por medio de la obediencia y las constantes ofrendas, ya no es por los esfuerzos humanos. En el Nuevo Pacto hay perdón de pecados por la obra de Cristo en la cruz. El ministerio de Cristo se realiza en el Tabernáculo real, que se encuentra en el cielo, a diferencia de cuando Moisés era sacerdote y oficiaba en lo que representaba ese Tabernáculo. Cristo inauguró un pacto nuevo por el que nos ofrece perdón eterno. El cristiano ya no tiene la obligación de seguir rituales legalistas. Ahora debe tener confianza en que Dios cumplirá con esa promesa. [7]

Las provisiones del Nuevo Pacto

El Nuevo Pacto le brinda a los creyentes una serie de provisiones que son diferentes a las que había en el Antiguo Testamento; estas son regalos de la gracia de Dios obtenidas mediante el sacrificio y el derramamiento de la sangre de Jesucristo, por lo que es muy importante que los creyentes los conozcan. Algunas de esas provisiones se estudiarán a continuación.

Justificación

El nuevo pacto provee a los hombres la justificación mediante la sangre de Cristo (Gál 2:16); Dios declara a una persona justa por medio de la fe en Cristo (Ef 2:8-10). Es decir, así como el pecado de Adán se atribuye a la humanidad y todos los hombres son considerados pecadores (Ro 5:12-21), Cristo, al ofrecerse como sacrificio expiatorio por los pecados de su pueblo (2 Co. 5:14, 21; He. 2:9; 1 Jn. 2:2). Dios justifica al que cree; no puede ser aumentada por actos de piedad humana, ni tampoco puede ser disminuida por el pecado del creyente. En el nuevo pacto, el creyente está unido a Cristo, de manera que Dios lo ve como parte viviente de Jesús. Esta obra, conocida como la unión vital, hace al creyente acepto por Dios, y amado por Él, como es acepto y ama a su Hijo.[8]

Regeneración

Esta es una obra divina que se realiza en la vida de los creyentes (Tit 3:5). La regeneración destaca el inicio de un nuevo estado de cosas en contraste con el viejo. De ahí la relación del uso de la palabra con su aplicación a Israel, en Mateo 19.28.[9] Berkhof lo define así:

La regeneración es aquel acto de Dios por medio del cual el principio de la vida nueva queda implantado en el hombre, y se hace santa la disposición que gobierna el alma, quedando asegurado el primer ejercicio santo de esta nueva disposición.[10]

Esta es una obra de Dios, hecha en los hombres como un regalo de la gracia, otorgado por la obra de Cristo en la cruz gratuitamente a quienes componen la iglesia.

Santificación

Dios, por medio de la obra de Cristo, ha hecho para los creyentes lo necesario para la santificación (1 Cor 1:30). La purificación de los pecados y de su impacto da como resultado la santidad en la vida del creyente. Todos los que han creído, es decir, la plenitud de quienes componen la Iglesia, forman un pueblo santo. Esta santidad es porque han sido separados por Dios y para Él (1 P. 2:9). Ningún creyente debe olvidar que el único modo válido de vida es la santidad (1 P. 1:14–15), porque para ello fue llamado.[11]  En 1 Corintios 6:11 se señala que la antigua manera de vivir de los creyentes ha sido cambiada en el Nuevo Pacto; los creyentes fueron santificados «en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios».

Adopción

La adopción, explicada por Pablo (Efesios 1:5), significa tener todos los derechos y privilegios de los hijos de Dios, permitiéndonos llamarle «Abba». Este acto, que ocurrió «antes de la fundación del mundo» a través de Jesucristo, implica no solo una relación vertical con Dios, sino también una hermandad horizontal con otros creyentes. La adopción se basa en la buena voluntad de Dios y se realiza para alabanza de Su gracia, confiriendo a los hijos adoptivos la misión de llevar a cabo el propósito divino e imitar a Dios. Su pueblo es parte de su familia en el nuevo pacto establecido por medio de la sangre de Cristo (Col 1:13; Mr 1:11; 9:7). [12]

Preservación

La doctrina de la perseverancia de los santos sostiene que la elección incondicional de Dios y la expiación aseguran la salvación eterna de aquellos elegidos, implicando que alcanzarán dicha salvación. La perseverancia se considera el aspecto visible de la elección y expiación, a diferencia de la santificación, que posee elementos humanos y divinos. Aunque los creyentes regenerados pueden caer en pecado, esto no invalida su regeneración; la perseverancia es un medio divino para la preservación de los creyentes, y la continuidad hasta el fin es esencial para la salvación.

Resurrección

Las consecuencias de la resurrección de Jesús según Pablo en (1 Co 15:20-34).  Destaca que la resurrección de Cristo marca el inicio de una nueva era, siendo Él las «primicias» de una gran cosecha de resurrección para todos los que están en Cristo. Así como todos mueren en Adán, todos los creyentes del Nuevo Pacto son vivificados en Cristo.[13]

Aunque la resurrección es una promesa eterna, es en el Nuevo Pacto por la victoria de Cristo sobre la muerte. En la antigüedad ya era esperada la resurrección y el poder de Dios que triunfa sobre la muerte (1 R. 17:21; 2 R. 4:34; 13:21, Sal. 49:15, Is 25:7–8). Los judíos del tiempo del Señor aceptaban la resurrección (Jn. 11:24), y el hecho de que los saduceos no creyeran en ella se presenta como una anomalía (Mt. 22:23; Hch. 23:6–8).[14]

Glorificación

La glorificación es un punto en el que la doctrina de la salvación mira más allá de esta vida hacia el mundo que ha de venir (Rom 8:30). La glorificación es multidimensional. Implica tanto la escatología individual como la colectiva. Abarca la perfección de la naturaleza espiritual del creyente individual, implica la perfección de los cuerpos de todos los creyentes (1 Ped 5:10), que se produce en el momento de la resurrección en conexión con la segunda venida de Cristo. Incluso implica la transformación de la creación entera (Ro. 8:18–25).[15]

CONCLUSIÓN

El Nuevo Pacto es un tema muy profundo, con todas sus implicaciones teológicas y prácticas; se ha tratado en este texto de resumir los puntos más importantes desde la perspectiva del autor. Es un tema casi muy amplio y difícil de cubrir en su totalidad. Los temas que en este texto se trataron intentan ayudar al lector a entender cómo la gracia de Dios manifestada en Cristo Jesús impacta las áreas de la iglesia. Cada creyente es impactado directamente desde el momento en que cree hasta el día que sea glorificado con Cristo Jesús. 

Aunque es cierto que no se pueden tratar todas las aristas que tiene este gran tema, cada creyente es responsable de estudiar por sí solo todas las implicaciones que tiene; para ello puede utilizar la bibliografía que este texto otorga y aún ir más allá, entendiendo con humildad que no se puede comprender a plenitud todos los misterios y las verdades de las promesas del Nuevo Pacto hasta el día que Cristo se manifieste y se revele. Hasta entonces es necesario que los estudiosos de las escrituras se empapen de este tema para fortalecer su fe y su esperanza en las promesas que Dios les ha dado.


[1] R. Albert Mohler Jr., Exaltación de Jesús en Hebreos, ed. David Platt, Daniel L. Akin, y Tony Merida, Comentario Expositivo Cristocéntrico (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2022), 63.

[2] Bob Utley, Tópicos del Nuevo Testamento, Comentario del intérprete bíblico (Marshall, TX: Lecciones Bíblicas Internacional, 2015). 98

[3] David Platt, Exaltación de Jesús en Mateo, ed. David Platt, Daniel L. Akin, y Tony Merida, Comentario Expositivo Cristocéntrico (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2022), 79.

[4] John MacArthur, 1 y 2 Corintios, trad. Daniel Andrés Díaz Pachón, vol. 2, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento (Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2015), 101–102.

[5] Samuel Pérez Millos, Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento: Efesios (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 2010), 160.

[6] Pablo A. Jiménez, Hebreos, Conozca su Biblia (Minneapolis, MN: Augsburg Fortress, 2006), 101.

[7] Gonzalo Sandoval, Estudios Bı́blicos ELA: Hacia la madurez (Hebreos) (Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C., 1986), 116–118.

[8] Samuel Pérez Millos, Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento: Romanos (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 2011), 302.

[9] W.E. Vine, Vine diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo (Nashville: Editorial Caribe, 1999), 368.

[10] Louis Berkhof, Teología Sistemática, trad. Cristian Franco (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2018), 560.

[11] Samuel Pérez Millos, 1‍a Corintios, Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento (Barcelona, España: Editorial CLIE, 2019), 373.

[12] Tony Merida, Exaltación de Jesús en Efesios, ed. David Platt, Daniel L. Akin, y Tony Merida, Comentario Expositivo Cristocéntrico (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2022), Ef 1:3–6.

[13] David Prior, The message of 1 Corinthians: life in the local church, The Bible Speaks Today (Leicester, England; Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1985), 268.

[14] Samuel Vila Ventura, Nuevo diccionario biblico ilustrado (TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1985), 1003.

[15] Millard J. Erickson, Teología sistemática, ed. Jonatán Haley, trad. Beatriz Fernández, Segunda Edición, Colección Teológica Contemporánea (Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie, 2008), 1003.


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