El poder Divino nos mantiene aferrados al Evangelio.

a large wooden cross on top of a stone wall

Y ahora, hijos, permanezcan en Él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza y no nos apartemos de Él avergonzados en Su venida. 1 Jn 2:28

El planeta tierra tiene una gravedad 9,807 m/s², esa fuerza hace imposible que el ser humano por sus propias fuerzas pueda escapar de ella, así que para salir a la atmosfera se necesita una fuerza de propulsión enorme. El ser humano puede escapar de la tierra y de su gravedad gracias a estos cohetes y la explosión que los impulsa a salir. Aunque muy pocos en proporción a la cantidad de personas han salido de la tierra, han tenido que volver, no pueden simplemente escapar de la tierra y vivir fuera de ella para siempre. El mayor tiempo continuo en el espacio lo tiene Valeri Polyakov, quien pasó 437 días, 17 horas y 58 minutos en la estación espacial Mir.

Lo mismo pasa con el evangelio, los hijos de Dios, los verdaderamente salvos no pueden dejar de permanecer en Él, les es imposible. Su naturaleza es permanecer en Cristo, no pueden huir de esa realidad, Juan termina su discurso haciendo un llamado de nuevo a los hijos a permanecer en Él. El llamado, aunque parece sencillo, no lo es del todo, todo creyente debe permanecer en Jesús, aunque parece obvio, no lo es. Muchos de los que decían seguir a Cristo habían abandonado la fe, se dispersaron en pos de falsos maestros y otros hasta negaban a Cristo. Entonces, ¿es posible permanecer en Jesús? La respuesta es sí, y tiene un doble componente, aunque es una responsabilidad humana, también es un don de Dios, por lo cual solo los verdaderos creyentes permanecen.

El don de Dios de la salvación incluye el componente maravilloso de preservar al cristiano verdadero hasta la venida de Cristo, esto es una obra divina que se puede observar en las Escrituras. Por ejemplo, Cristo hará la obra de presentar a los salvados delante de Dios sin mancha e irreprensibles (Col. 1:21–23). Nadie arrebata a las ovejas de la mano del buen Pastor (Jn 10:27–29), nada puede separar a los creyentes del amor de Dios en Cristo (Ro. 8:38–39), Dios guardará a los creyentes hasta el día de Cristo (1 Co 1:8–9).

La obra de la salvación es plenamente divina, por lo tanto, el creyente haya gozo en ser guardado por el poder de Dios. Juan estaba consciente de esa verdad absoluta, la salvación es del Señor, pero ahora los verdaderos cristianos, los hijos de Dios, deben permanecer y morar en la esperanza del Evangelio en Cristo. Solo permaneciendo en Cristo se puede dar fruto (Jn 15:4).

Dado que la salvación es de Dios, aquellos que fueron rescatados del pecado y de la muerte no pueden alejarse del Evangelio, esto es magnífico. La razón por la cual hasta el día de hoy permanecemos en la iglesia adorando a Dios es porque Él ha querido llamarnos y guardarnos sin caída. Por ello, hasta por estar en una iglesia, tener la dicha y el gozo de congregarnos son evidencia externa de la obra hecha en nosotros por Cristo, lo que es una luz de la esperanza eterna que tenemos en Él, la cual es verlo cara a cara y ser transformados a Su imagen. Por lo tanto, no debe ser causa de orgullo ni arrogancia, debe ser un motivo más para adorar a quien nos mantiene aferrados a su salvación.