Esperando la transformación. Prt 1

Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es. Y todo el que tiene esta esperanza puesta en Él, se purifica, así como Él es puro. 1 Juan 3:2–3

Hace un tiempo se prometió que vendría una gran empresa al país que generaría muchos empleos, así que esperando el inicio de la construcción de ese edificio que albergaría la empresa se modificó todo el panorama, carreteras, alumbrado, el paisaje. Nadie había visto la empresa ni el edificio, pero estaban esperando su llegada. El final de las obras tardó, pero culminó y el día de la inauguración fue cubierto por los medios y celebrado por muchos.

Los creyentes deben transformar sus vidas en santidad, esperando algo que no han visto, pero seguro vendrá, la glorificación por medio de Jesucristo. La salvación es un regalo impresionante, es tan grande que muchas veces pasamos desapercibidos las implicaciones que tiene, seremos salvos de la ira venidera, es cierto, tenemos comunión con el Padre y también tiene una promesa eterna. Los cristianos esperan la revelación de Jesucristo, en la actualidad tienen una comunión con Él, están con Él, pero aún no se ha revelado a los creyentes el Cristo glorificado.

Cuando el Cristo glorificado se manifieste, se manifestará también lo cada creyente llegará a ser, cada cristiano será semejante a su salvador. Con solo ver cara a cara al Salvador, los creyentes también serán transformados a la imagen de Cristo. Esta transformación es el fin del plan divino de salvación (Ro 8:29), está reservado a los que aman a Dios (1 Cor 13:12). Por ahora el creyente debe esperar a su Salvador, confiando en el testimonio que el Espíritu da a cada uno de ser hijos de Dios (Ro 8:14–17), por fin también en esa manifestación la creación será liberada (Ro 8:21)

Cuando se manifieste Jesús iremos gozosos a la patria celestial, donde está nuestra real ciudadanía, y nuestros cuerpos de humillación serán glorificados (Fil 3:20–21). El fin de nuestra salvación es la glorificación (2 Ts 2:14). Hoy nuestra tarea es imitar a Cristo, ese día de nuestra glorificación seremos semejantes a Él para que en todo Dios Padre reciba la gloria.

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad (1 Co. 15:51–53).

La muerte, por fin, será vencida, porque los que están en Cristo resucitaran, serán transformados y estarán para siempre con su salvador (1 Cor 15:55). La salvación no es una cuestión momentánea, no es la simple liberación del infierno, es que los que son salvados serán semejante a aquel que los salvó, el creyente será perfeccionado. Con anhelo esperemos a quien nos ha salvado y ha prometido glorificarnos con Él.