Esperar ansiosamente a Jesús resulta de su obra en medio de la iglesia.

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Pero nosotros, hermanos, separados de ustedes por breve tiempo, en persona pero no en espíritu, estábamos muy ansiosos, con profundo deseo de ir a verlos. Ya que queríamos ir a ustedes, al menos yo, Pablo, más de una vez; pero Satanás nos lo ha impedido. Porque ¿quién es nuestra esperanza o gozo o corona de gloria? ¿No lo son ustedes en la presencia de nuestro Señor Jesús en Su venida? Pues ustedes son nuestra gloria y nuestro gozo. 1 Tes 2:17–20.

El deseo que Pablo tenía por ver a los creyentes en Tesalónica muestra el inmenso amor que les tenía; el corazón del apóstol estaba con ellos a la distancia. Las veces que Pablo quería emprender el viaje de regreso a los hermanos, fue impedido por la intensa persecución que los cristianos sufrieron a manos de los judíos que se opusieron al evangelio y a Cristo.

Pablo, que constantemente enseñaba del regreso de Jesucristo. (Fil. 4:5), se podía gozar en Jesús por la venida de Él y por el fruto del evangelio que había visto. La satisfacción, el gozo que tenía de su esfuerzo en el evangelio eran los hermanos que crecían en el evangelio.

Estos creyentes eran la corona de Pablo, el galardón de él ante Jesucristo; cada creyente lo era, cada iglesia (Fil. 4:1). Los nuevos creyentes representan la obra de Jesucristo en el corazón de las personas regeneradas; también representan el fruto del trabajo de quienes Él envía a la obra misionera. Cuando el evangelio empieza a dar fruto y la iglesia empieza a crecer, esto sin lugar a duda es de gran gozo y satisfacción para los creyentes, a pesar de las persecuciones.

La venida de Jesús para Pablo era de gozo porque lo esperaba ansiosamente (Tit. 2:13); además, sabía que con la venida del Señor le esperaba corona de vida por amar su venida y trabajar arduamente en el campo del Señor (2 Ti. 4:8). Anhelar a Cristo y su regreso con tal convicción es lo que ha hecho que pueblos escuchen el mensaje, que iglesias se levanten, que el avivamiento vuelva.

Parte de ser avivados por el Señor es ser animados a esperar su venida con alegría y gozo de corazón, no porque nos sacará de este mundo perverso, sino porque ya hemos trabajado lo suficiente para la gloria de su Nombre que queremos presentarle tributo; anhelamos estar en su presencia para honrarlo por lo que está haciendo.

El verdadero amor por el Señor se muestra en obras, en trabajo arduo por el evangelio; un avivamiento sin trabajo duro por predicar a Cristo no tiene sentido, no hace justicia al Nombre de Dios. La iglesia debe levantarse de la pereza y empezar a trabajar y a ver los frutos del evangelio; entonces sus corazones serán avivados y el amor por Cristo crecerá.

La única manera de esperar a Cristo de una manera sana es estar preparados para darle cuenta de lo que nos ha dado y llevarle fruto de su evangelio para la gloria de su Nombre; deberíamos cada uno estar listos para ese llamamiento.