En esto sabremos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de Él en cualquier cosa en que nuestro corazón nos condene. Porque Dios es mayor que nuestro corazón y Él sabe todas las cosas. 1 Jn 3:19–20.
El cristiano fiel tiene una conciencia guiada por las escrituras, su corazón es guiado a la verdad del Evangelio, ya que el Espíritu lo guía a toda verdad. La ley de Dios restaura el alma de quien ha cometido pecado (Sal. 19:7–9), este mismo salmo dice que los caminos de quienes andan en la ley son perfectos (119:1–8). Puede ser que la conciencia quiera condenarnos, pero la Palabra nos restaura.
Cuando hay acusación de pecado de parte de nuestra conciencia podemos acudir a Cristo para perdón (1 Jn 2:1), ahora que encontramos perdón debemos permanecer en quien nos guardará hasta el final (2 Ti. 1:12). Cada vez que hay pecado en nuestras vidas podemos anclarnos a la roca eterna de perdón, no dejándonos engañar por nuestro corazón que quiere anclarnos al pecado y alejarnos de Dios.
La única manera de desarrollar una conciencia cristiana es a través de la comunión con Cristo y con el Padre, en la oración y en las Escrituras, en la comunión de los santos y en la mutua exhortación. El creyente que es guiado del Espíritu tendrá una sana conciencia delante de Dios (Ro 8:14–17). Otra forma de hacerlo es ocuparse en la salvación (Fil. 2:12–13), cuando el corazón acuse hay que volver a la paz de Dios y disfrutarla (Fil. 4:7).
Solo la palabra de Dios puede limpiar nuestras conciencias, porque es ella la que da testimonio de la obra que Dios ha comenzado a hacer en cada uno de sus hijos. Así que, el consuelo del creyente viene de la Palabra de Dios. Mientras el incrédulo rechaza la Biblia para cubrir su pecado, el cristiano corre a ella porque ahí es limpiado su corazón y su conciencia fortalecida.
Si en algún momento el corazón acusa basta con leer a Dios diciéndonos «ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús Ro 8.1» Teniendo una conciencia pura acerquemos confiadamente a Dios para el oportuno socorro (He 4:16), todo Dios lo ve, desde el pecado hasta nuestro dolor por él (He 4:13), por eso lo mejor es acudir a Él con conciencia limpia para perdón de pecados, hagámoslo con confianza que el Señor nos ve y nos perdona.