La deidad de Cristo es hasta hoy un tema de mucha relevancia en los círculos cristianos, los que han entendido el evangelio y conocen la salvación por gracia, por fe y por Cristo han tenido que salir a la defensa de este tema ¿Por qué? La razón es sencilla, si Satanás borra a Cristo de las mentes de los seres humanos y su carácter divino, entonces no hay salvación posible para ellos. De ahí la importancia de luchar y contender por la fe.
Las escrituras mandan a santificar a Cristo como Señor en el corazón, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza (1 P 3:15). Satanás quiere quitar esa esperanza y hay que estar preparado para defender la verdad del evangelio y la centralidad del Evangelio es que Cristo (cien por cinto Dios, cien por ciento Hombre) se humanó, fue crucificado y murió conforme a las Escrituras. Por eso es urgente defender toda la plenitud de la persona de Cristo, como Dios y como hombre.
Este ensayo tiene como fin presentar defensa de la deidad de Cristo, para ellos se analizarán algunos pasajes de las Escrituras para que el lector tenga al menos una introducción a este basto tema. Es imposible abarcar todo el tema en estas pocas páginas, por lo cual el lector que desean profundizar en las Escrituras deberá estar consciente de que este no es un ensayo exhaustivo, pero que en él hallará herramientas para iniciar el aprendizaje de la persona de Cristo en su divinidad.
Cristo testificó de su Deidad
Jesús nunca negó su deidad, todo lo contrario, se manifestó como Dios mismo y a la vez manifestó milagros que daban testimonio de esa verdad. Los evangelios relatan como el mismo Señor Jesucristo se presentó a sí mismo como Dios, con un enorme testimonio y con pruebas indubitables. En la siguiente sección se abordará el testimonio que dio Jesús de sí mismo el cual es verdad y está autenticado por su ministerio terrenal.
Yo Soy
En primer lugar, hay que reconocer que Jesús mismo asumió nombre divino «Yo soy» algunos de los pasajes que se registran en el Evangelio de Juan son los siguientes: 4:26; 8:24, 28, 58; 13:19; 18:5–6, 6, 8. En el mismo Evangelio afirmó ser uno en naturaleza y esencia con el Padre, ser Dios mismo y quienes lo escuchaban entendían que se hacía semejante Jehová cuando lo llamaba Padre (Jn 5:18, 10:30,33). Tomás adoró a Jesús llamándolo “¡Señor mío, y Dios mío!” (20:28); de hecho, lo alabó por su fe (v. 29). Cristo no corrigió a Tomás al alabarlo, ya que solo Dios merece adoración.[1]
Al observar el “Yo Soy en Cristo” suceden algunos detalles que hay que tomar en cuanta. Los hebreos entendían que se estaba refiriendo al Nombre sagrado de Jehová del Antiguo Testamento dado a Moisés «Y dijo Dios a Moisés»: «YO SOY EL QUE SOY», y añadió: «Así dirás a los israelitas:» «YO SOY me ha enviado a ustedes» esto es fácil de intuir porque estaban tomando piedras para apedrearlo, según relata Juan (Jn 8:58). Esto era una blasfemia para los. Entendieron claramente lo que estaba diciendo, que su deidad era preexistente.
Cuando Jesús habló de su Nombre, Yo Soy manifestó poder, hay una parte del relato en el Evangelio de Juan, donde los hombres van a capturar a Jesús. Ciertamente, los soldados paganos no entienden lo que ha sucedido y ellos no pueden permanecer delante del Dios verdadero, delante del Yo Soy, sin darse cuenta de repente estaban en la presencia de deidad y fueron incapaces de permanecer,[2] ahora las escrituras relatan que procedieron a apresarlo, lo que significa que fueron incapaces de observar la gloria de Cristo.
Los milagros hechos por Jesús dieron testimonio de que él era Dios.
Los milagros consisten en actos del poder de Dios que intervienen en el mundo físico en suspensión y en contradicción con la ley natural.[3] Les he mostrado muchas obras buenas que son del Padre. ¿Por cuál de ellas me apedrean? (Jn 10:32). En todos los milagros que Jesús hizo demostró su carácter divino, en las Escrituras se registran treinta y siete milagros hechos por Jesucristo. Los milagros no lograron suavizar los corazones endurecidos de los hombres.
Los milagros que Jesús realizó constituyen una de las pruebas más poderosas y convincentes de su deidad, las personas entendían esta verdad (Jn 3:2), Él mismo dio Una cuarta característica general de la enseñanza del Nuevo Testamento acerca de Cristo se relaciona con el control que se le atribuye sobre el mundo exterior. Las leyes de la naturaleza no aplican a Cristo porque Él las ordenó desde la creación. Dicho lo anterior, un milagro o es una evidencia de la operación inmediata del poder divino. Los hombres daban gloria a Dios, los Profetas y más adelante los Apóstoles, cuando hacían milagros, ya que entendían que el poder no provenía de ellos. Sin embargo, Cristo nunca atribuyó su poder milagroso a otra fuente fuera de Él mismo; Él mantuvo Su propia prerrogativa; y Él confirió este poder a otros.[4]
Jesús afirmó que tenía poder para poner su vida, y poder para volverla a tomar (Jn 10:18), que Él tenía vida en Sí mismo, y que podía dar vida a aquellos que Él quisiera (Jn 5:26). La divinidad del Señor Jesucristo se manifiesta en todos los milagros y obras que hizo; sin embargo, no fue suficiente para quienes vieron su poder para darle gloria a Dios, lo que significa que aunque era indudable su deidad, los hombres no quisieron adorarle, endurecieron sus corazones.
El testimonio de los Evangelios.
En los evangelios se encuentra basta información de la deidad de Cristo, para ello hay que observar algunos pasajes claves que demuestran esta verdad. En primer lugar, el testimonio de Juan y luego el de los demás escritores de los Evangelios.
El mensaje de Juan
El mensaje más claro de la deidad de Cristo que se encuentra en medio de los Evangelios es el testimonio de Juan, donde se lee “En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1:1-3) En primer lugar el Señor Jesucristo es eterno. S. Juan nos dice que “en el principio era el Verbo”. No comenzó a existir cuando fueron creados los Cielos y la Tierra. Su gloria era eterna con el Padre “antes que el mundo fuese” (Juan 17:5). Existía al principio, cuando fue creada la materia y antes de que comenzara el tiempo.
Este pasaje enseña literalmente que el Señor Jesucristo es Dios mismo “el Verbo era Dios”, es el Creador de todas las cosas “todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. El Jehová, creador del Génesis está siendo humanizado en Cristo.[5]
Los atributos Divinos de Cristo mostrados en los Evangelios
En el pasaje anterior Juan muestra a Jesús como Dios eterno (Jn. 1:1; 8:58), Mateo y Lucas registran la gloria de (Mt. 16:27; 24:30; Lc. 9:32) los discípulos vieron la transfiguración, Mateo y Lucas hicieron referencia al rostro de Jesús como “resplandeciente” (Mateo 17:2). Ellos vieron y describieron el carácter celestial del evento y pudo ser considerada por Lucas como una prefiguración de la gloria del Hijo del Hombre cuando regrese (cf. 17:24).[6] Otro atributo divino es el de omnipresencia que se encuentra en el relato de Mateo (Mt. 18:20). Todos estos atributos muestran la deidad de Cristo, ahora es necesario ver que hay otros atributos que se encuentran en el Evangelio según san Juan y todos ellos demuestran la verdad de que Cristo es Dios. Jesús es lleno de gracia (Jn. 1:14, 16–17), es la vida de los hombres (Jn 1:4), omnisciente (Jn 1:47-49) y verdad (Jn 1:14).
Lucas, por su parte, describe una declaración de los demonios acerca de Jesús, reconociéndolo como El Santo de Dios. Gabriel ya había anunciado la santidad de Cristo como un atributo en 1:35. Como el Santo, Jesús está lleno del Espíritu Santo, [7] los apóstoles discípulos reconocieron este atributo también según relata Juan (6:69) Todos estos atributos señalados solo pueden apuntar a una verdad absoluta Cristo es Dios, solo Dios tiene estos atributos y solo si Cristo es Divino los puede poseer.
Los títulos de Jesús en los Evangelios.
En esta sección se hará una lista de los títulos de Cristo como Deidad que representan su naturaleza. «El Señor o Adonai» Sal. 110:1 este texto del Antiguo testamento es paralelo a Mt. 22:41–45. Jesús es el Jehová creador de Israel (Is. 43:15; Jn. 1:3), «Jesús es el Hijo de Dios» (Mr. 1:1; Jn. 3:18; 5:25), el «Emanuel o Dios con nosotros» (Is. 7:14; Mt. 1:23), ¨«El Santo» (Mr. 1:24; Jn. 6:69; Hch. 3:14; Ap. 3:7) «Yo soy» (Jn. 6:35; 8:12; 10:7, 11; 11:25; 14:6; 15:1, Éx. 3:13–14).[8]
En la inspiración de las Escrituras le plació al Santo Espíritu de Dios que los escritores de los Evangelios recordaran estas palabras para dar testimonio suficiente de la deidad de Cristo. Hay un sinnúmero de detalles y de expresiones usadas para describir a Cristo como Dios que serían imposibles de conjugar si no fuese voluntad divina. Todos estos aspectos de la persona de Cristo fueron dados para que la humanidad reconozca su deidad y le adoren.
El testimonio de las epístolas
En otras áreas de las Escrituras es muy fácil rastrear el tema de la deidad de Cristo, las epístolas están llenas de referencias acerca del carácter y la personalidad de Jesús por lo tanto es necesario revisar al menos unas pocas citas que ayudaran a consolidar dicho tema. Por su puesto no se puede hacer una observación de todas y cada una de estas cítas bíblicas pero al menos se hará referencia a algunas que son muy importantes y que han generado seguridad a los creyentes en Cristo Jesús.
Los atributos de Cristo en las Epístolas
Una vez observado el Tetimonio de Cristo y de los Evangelios es hora de observar las epistolas para saber como defendieron la verdad de la Persona divina de Cristo. Ha resultado muy difícil negar que Pablo enseñó la deidad de Cristo. En la epístola a los Romanos 1:7 y en 1 Corintios 1:1–3 Jesús es reconocido como Señor. En Gálatas 2:20; 4:4, Hebreos 1:1–3, 5, 8; 4:14; 5:8, Cristo es reconocido como el Hijo de Dios. En Filipenses 2:6 su Aseidad.[9]
Cristo es presentado como Dios en las epístolas
Jesús es de la misma sustanciad del Padre, todos los atributos y características divinas se encuentran en Cristo, esto lo dice el autor de los Hebreos dice: “Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” 1:3. Jesucristo es la expresión exacta de la sustancia de Dios, no hay diferencia alguna entre la persona de Cristo y Jehová. [10]
Pablo explica que toda la plenitud de la deidad estaba en Cristo, esto es lo que se conoce como la Unión hipostática (Col 2:9). Todo el ser de Dios estaba en Cristo Jesús, algo parecido explica el mismo Pablo en la Epístola a los filipenses cuando dice: “el cual, aunque existía en forma de Dios” (Flp 2:6.) la expresión forma representa la esencia y la intimidad del sujeto a quien declara, entonces apunta algo permanente en la naturaleza de una persona o cosa. Es decir, en termino absolutos este pasaje presenta en primer lugar, la preexistencia de aquel que nació en Belén como el niño Jesús. Él ya existía desde antes de la fundación del mundo y en segundo lugar su existencia estaba determinada por la deidad, es decir, existía como ser divino, como Dios. Esta era su condición esencial. “En forma de Dios” describe lo que Jesús realmente es por naturaleza intrínseca: Cristo Jesús ha sido siempre (y siempre continúa siendo) Dios por naturaleza.[11]
Es notorio que las epístolas apuntan a Cristo y a su Deidad, el Espíritu Santo se encargó de dejar rastros de esta verdad teológica por toda la Biblia, al punto que negarla sea imposible a no ser por la necedad del ser humano. Hay suficiente evidencia en la epístolas paulinas, hebreos, generales y aun en el apocalipsis al punto que si se rastrean se tendría que escribir un libro por lo cual se recomienda a los estudiosos a seguir ahondando en este tema.
Conclusión
Después de observar todas las citas que demuestran la deidad de Cristo, no queda lugar a duda su carácter divino. Ahora los que se oponen a tal verdad continuaran presentando sus argumentos aunque vacíos de contenido bíblico porque no es una cuestión de razonamiento humano o de entendimiento científico es una cuestión de fe. En otras palabras los que se oponen necesitan urgentemente el mensaje del Evangelio.
Ninguna persona que se oponga a las Escrituras puede ser salvo, por lo tanto el lector que se encuentre interesado en este tema encontrará mucha oposición pero está solo es resultado de la incredulidad y la dureza de corazón de las personas. Ahora bien el conocimiento de este tema lo puede llevar a tener una profunda fe y confianza en la salvación que ha recibido por gracia y a la vez convertirlo en un evangelista que enseña que la salvación es del Señor por medio de Cristo el Dios hecho carne.
Dicho lo anterior al abordar este tema es fácil concluir que Cristo es Dios, desde la eternidad y hasta la eternidad, los que han confiado en Él tienen vida eterna y las Escrituras son las que dan testimonio de ello, de la salvación y del medio que es Cristo.
Bibliografía
[1] John MacArthur, Juan, trad. Daniel Andrés Díaz Pachón, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento (Grand Rapids, MI: Portavoz, 2011), 25.
[2] Grant R. Osborne, Juan: Versículo a versículo, Comentario Osborne del Nuevo Testamento (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2020), Jn 18:4–9.
[3] John MacArthur y Richard Mayhue, Teología Sistemática: Un estudio profundo de la doctrina bíblica, trad. Loida Viegas Fernández y Juan Terranova (Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2018), 291.
[4] Charles Hodge, Systematic theology, vol. 1 (Oak Harbor, WA: Logos Research Systems, Inc., 1997), 351.
[5] J. C. Ryle, Meditaciones sobre los Evangelios: Juan, ed. Elena Flores Sanz, trad. David Cánovas Williams, vol. 1 (Moral de Calatrava, España: Editorial Peregrino, 2004–2005), 24–25.
[6] Robert H. Stein, Lucas, ed. David S. Dockery, vol. 3, Nuevo Comentario Americano del Nuevo Testamento (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2021), Lc 9:29.
[7]Grant R. Osborne, Lucas: Versículo a versículo, Comentario Osborne del Nuevo Testamento (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2020), Lc 4:33–35.
[8] MacArthur y Mayhue, Teología Sistemática: 263–264.
[9] Louis Berkhof, Teología Sistemática, trad. Cristian Franco (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2018). 89
[10] J. Oliver Buswell Jr., Teología sistemática, tomo 1, Dios y Su revelación (Miami, Florida: LOGOI, Inc., 1979), 100.
[11] David F. Burt, Filipenses, 1a Edición, Comentario Nuevo Testamento Andamio (Barcelona, España: Andamio, 2020), 151–154.
Bibliografía recomendada
Buswell, J. Oliver, Jr. Teología sistemática, tomo 1, Dios y Su revelación. Miami, Florida: LOGOI, Inc., 1979.
Carballosa, Evis L. La deidad de Cristo. Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 1982.
Erickson, Millard J. Teología sistemática. Editado por Jonatán Haley. Traducido por Beatriz Fernández. Segunda Edición. Colección Teológica Contemporánea. Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie, 2008.
Garrett, James Leo, h. Teología sistemática: Bíblica, histórica y evangélica. Traducido por Nancy Bedford de Stutz. Segunda edición. Vol. I. El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 2003.
Hendriksen, William. Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Juan. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 1981.
Hodge, Charles. Systematic theology. Oak Harbor, WA: Logos Research Systems, Inc., 1997.
MacArthur, John. Lucas. Traducido por Ricardo Acosta. Comentario MacArthur del Nuevo Testamento. Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2016.
Ryle, J. C. Meditaciones sobre los Evangelios: Mateo. Traducido por Pedro Escutia González. Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino, 2001.
Ryrie, Charles Caldwell. Teologı́a básica. Miami: Editorial Unilit, 2003.
Utley, Bob. El Evangelio de Juan: Las memorias del discípulo amado. Editado por Patricia Cabral y Gisela Ramos. Traducido por Walt Emerson Morgan Downs. Comentario del intérprete bíblico. Marshall, TX: Lecciones Bíblicas Internacional, 2015.
Vos, Geerhardus. Cristología. Traducido por Rubén Gómez. Vol. 3. Teología Sistemática Dogmática Reformada. Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico; Lexham Press, 2018.