La desobediencia parcial es un pecado delante de Dios.

black and yellow poison sign

Cuando el profeta que le había hecho volver del camino lo oyó, dijo: «Es el hombre de Dios, que desobedeció el mandato del SEÑOR; por tanto el SEÑOR lo ha entregado al león que lo ha desgarrado y matado, conforme a la palabra que el SEÑOR le había hablado». 1 Re 13:26.

Este texto resume la triste historia de un profeta que obedeció a medias; su corazón se dejó engañar y pagó con su vida. Dios le había dado instrucciones a este hombre; su nombre es desconocido, pero es llamado el «Hombre de Dios». Las instrucciones eran claras: ir hasta Betel, donde se encontraba Jeroboam, y darle el mensaje de Dios.

El profeta no tuvo problema para cumplir este mandamiento; de hecho, lo hizo con tal autoridad que el altar que el rey había levantado se partió en dos. Cuando el rey quiso capturarlo, su mano se quedó rígida; sin embargo, intercedió el hombre de Dios para que la mano le fuera restaurada. El rey, al ver lo que sucedió, ofreció al hombre de Dios recompensa y aquí encontramos el segundo mandamiento de Dios: «Porque así se me ordenó por palabra del Señor, que me dijo: “No comerás pan, ni beberás agua, ni volverás por el camino que fuiste”». (1 Re 13:9).

El problema de este hombre es que se dejó engañar por un profeta, quien lo tentó a comer por medio de engaño y astucia (13:18–20). Cuando fue engañado, la palabra de Dios vino contra aquel hombre: «Tu cadáver no entrará en el sepulcro de tus padres» (13:22). El hombre de Dios se dejó engañar, sabiendo la palabra de Dios, se dejó tentar y el juicio vino contra él. Nos relata el libro de Reyes que un león lo mató junto al camino (13:24). Fue sepultado lejos de su familia, como Dios le dijo.

La desobediencia a la Palabra de Dios es muy común y muy poco se le presta atención; los creyentes parecen distantes de las Biblias y de la voluntad de Dios porque no la conocen ni la desean. Para Dios la desobediencia es un pecado grave, desde el Edén se evidenció su desagrado total por este pecado (Gn 3). Como creyentes no podemos menospreciar lo que Dios dice acerca de Él, de su voluntad y sus mandamientos para su pueblo, Él quiere que seamos conocidos por ser un pueblo obediente.

La desobediencia a Dios y a su Palabra no debe ser tomada en poco, porque no es un pecado menor, aún saber lo bueno y no ejecutarlo es pecado (Stg 4:17). Debemos comportarnos como hijos obedientes a Dios, si se nos fue encomendada una tarea, un propósito debemos ejecutarlo con fidelidad absoluta porque de todo lo que hagamos o dejemos de hacer se nos demandará. La muerte de este profeta debe recordarnos que la desobediencia absoluta o parcial es desagradable delante de Dios y que pedirá cuentas a sus hijos de lo que ha encomendado. Con temor y reverencia cumplamos lo que Dios nos ha encargado a cada uno para que podamos estar delante de Él sin ser avergonzados.