Pero ustedes son linaje escogido (1 P 2:9).
Después de que Pedro ha mostrado los afectos que tiene el creyente por Cristo, mostrará elementos de la salvación que lo posicionan delante de Dios. Estas características particulares hacen al creyente especial y diferente al mundo perdido. Los creyentes son un pueblo escogido por Dios; eso ya los hace especiales.
Dios siempre ha escogido a su pueblo, a las personas que deben adorarlo (Dt. 7:6–9). Es muy particular el modo de elección de Dios, porque no escoge a los más fuertes, los más aguerridos, ni intelectuales, ni poderosos en la sociedad; siempre escoge a los débiles, menospreciados, para que su Nombre sea exaltado (1 Co 1:26–31). Así lo ha hecho siempre y la iglesia hoy es ese grupo de personas menospreciadas por el mundo, pero amadas por Dios.
Es importante que los cristianos entiendan que la salvación se fundamenta en el propósito soberano de elección de Dios. La Biblia enseña esto, una y otra vez, que la salvación le pertenece al Señor. Y que ahora los salvos solo tienen esa salvación por gracia divina y para seguridad de sus almas. Esto debe generar un agradecimiento real por la obra de Cristo en la cruz.
Ser los elegidos de Dios puede parecer algo fácil de afirmar, pero en realidad es el privilegio espiritual que genera más alegría, ya que representa la esperanza más firme que los fieles poseen en un mundo pecador. Y sus almas pueden descansar en la esperanza de la redención eterna que nunca se perderá, ya que vive para siempre quien lo ha prometido y quien ha elegido para dar esa promesa.