La elección es eterna para que exaltemos su Nombre.

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Pedro, apóstol de Jesucristo: A los expatriados, de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre. 1 P 1:1–2.

¿Qué pasaría si nuestros planes nunca se estropearan, que pudiésemos planificar el futuro de tal manera que los resultados que buscamos se dieran tal como los pensamos? Eso sería magnífico. Pero la verdad es que no podemos hacerlo, siempre nos pasará algo que cambia o desvía los planes que tenemos. Si esto fuera posible, no seríamos humanos, seríamos dioses.

Cuando la Biblia dice que Dios planificó el futuro desde antes de la fundación del mundo, no debería extrañarnos, ya que los profetas son ejemplos vivos de cómo el Señor planifica, ordena y ejecuta los eventos futuros. De hecho, nuestra esperanza está en que Cristo vendrá por su iglesia para que reine con ella (Apo 21:1-7). El futuro está asegurado porque Dios lo planeó.

La salvación y los elegidos son parte de este plan eterno que Dios tiene y que nos ha revelado por las Escrituras; negar que Él tenga el poder para planificar la vida de la humanidad antes que surgiera en los comienzos es negar su deidad. Si Dios hizo los cielos y la tierra, para Él, nada es imposible (Jer. 32:17). Cristo fue entregado en mano de los que lo iban a crucificar, porque así estaba establecido en el plan eterno de Dios (Hch. 2:23). La redención estaba planificada, la muerte de Cristo estaba destinada, antes de que el mundo existiera (1 Pedro 1:18–20).

A los creyentes, esta obra eterna de Dios nos genera confianza porque reafirma que nadie podrá separarnos de la mano de Dios (Ro 8:35-39). Ahora debemos entender que Dios supera en todo a su creación y que en este caso, por lo que nuestra mente finita no puede explicar, a veces no puede entender lo que significa planificar un futuro perfecto. Lo que sí sabemos es que Dios lo ha hecho, escogió a su hijo para que muriera en una cruz y escogió a quienes serían salvos por ese sacrificio. Esto debemos aceptarlo por fe, por fe en Dios y en las Escrituras que han sido inspiradas (2 Tim 3:16).

Él nos eligió antes de la creación del mundo; el resultado es que esta salvación está segura, no dependería de nosotros (Ef 2:8-9). Todo esto debe traernos paz. Ahora vivimos por gracia, y nadie puede arrebatarnos de las manos de nuestro salvador (Jn 10:28). Pero también debe llevarnos a adorarlo, porque Él es Dios y nosotros ovejas de su prado, solo por fe, solo por gracia y solo por Cristo. Nosotros no hemos hecho nada más que recibir la bendición de la salvación en un plan eterno que nos supera. Esto debería llevarnos a exaltar el nombre de Dios y glorificarlo por su gran amor.