Teniendo buena conciencia, para que en aquello en que son calumniados, sean avergonzados los que hablan mal de la buena conducta de ustedes en Cristo. Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal. 1 P 3:16–17.
La conciencia es un mecanismo que Dios ha colocado en el hombre para que llegue a conocerse a sí mismo con relación a la ley moral y a la de Dios (Romanos 2:14). Aunque la conciencia es puesta por Dios en todos, tanto creyentes como incrédulos, no es infalible, puesto que no por todos los pecados el impío se duele, ni el creyente es guiado por ella a la santidad.
La conciencia sí puede ser guiada a través de la Palabra de Dios, que es infalible, para que dé óptimo resultado. Cuando el cristiano llena su mente de la Palabra y del conocimiento de Dios, su conciencia lo llevará a la santidad por medio del Espíritu Santo. Así que Pedro lo que les dice a los cristianos es que cuando ellos revisen sus vidas, de nada les puedan acusar, porque sus conciencias tranquilas reposan en haber hecho la voluntad del Señor.
Esto no significa que se van a detener los calumniadores; ellos seguirán en sus mentiras y engaños y los cristianos seguirán siendo maltratados por ellos, pero estos serán avergonzados. Cuando una persona se levanta de esta manera contra un cristiano, es Dios quien actúa en beneficio de su hijo (Ro. 8:28), y para juicio del impío. El impío será avergonzado porque juzga el camino de la santidad del creyente; se burla de quien sigue la ley de Dios; por tanto, el Señor los juzgará, porque en realidad es de Él de quien se burlan.
Ciertamente, el creyente, al hacer el bien, debe estar preparado porque sufrirá por causa de los impíos vituperios, burlas, vejaciones, entre otras muchas cosas, si no es que hasta la muerte (1 Co 4:12). Pero al menos los cristianos deben estar seguros de estar sufriendo por las razones correctas, por la causa de Cristo y no por un comportamiento que deshonra el nombre de Dios.
Un creyente que anda desordenadamente y de una manera que deshonra a Dios no puede decir que los sufrimientos que le han venido son por causa de Cristo; los impíos sufren también por hacer el mal y esto es a razón de su maldad. Si un creyente sufre por hacer lo malo, debe soportarlo porque es su merecido; no tiene una conducta íntegra delante del Señor y su conciencia no es pura.
Pero a veces es la voluntad del Señor que, haciendo el bien, se padezca; Él quiere moldear el carácter de sus hijos, hacer crecer su Nombre o mostrar Su poder en medio de los incrédulos. Independientemente de lo que sea, cuando el Señor permite el sufrimiento de los que le siguen en santidad, su Nombre será glorificado. Es por esto por lo que los creyentes, cuando son perseguidos, se someten voluntariamente al Señor.
Cada uno de nosotros debe tener esa actitud: una buena conciencia delante de Dios y esperar que Él se glorifique a sí mismo, aunque sea por los padecimientos de los suyos, para alcanzar a otros perdidos. O para que los perdidos vean su poder y gloria.
