¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? Ya ves que la fe actuaba juntamente con sus obras, y como resultado de las obras, la fe fue perfeccionada; y se cumplió la Escritura que dice: «Y Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia», y fue llamado amigo de Dios. Ustedes ven que el hombre es justificado por las obras y no solo por la fe. Y de la misma manera, ¿no fue la ramera Rahab también justificada por las obras cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta. Stg 2:21–26.
Las Escrituras nos muestran dos ejemplos donde la fe es mostrada por medio de obras y así es como se corrobora lo que se dice. Cuando una persona tiene fe, es capaz de hacer cosas incomprensibles, pero es más incomprensible alguien que dice que tiene fe y no actúa en obras. Abraham creyó a tal punto que estuvo a punto de sacrificar a su hijo, porque entendía que Dios podía levantarlo de entre los muertos (Heb 11:17–19). La fe de Abraham fue probada y prevaleció. Abraham fue justificado por la fe, y esa fe fue demostrada aun cuando tenía que sacrificar a su único hijo.
Rahab la ramera, de la que habla el Antiguo Testamento, ella escuchó el testimonio de Jehová y actuó en temor y reverencia a su santo Nombre. No pereció con los desobedientes porque recibió a los espías en paz (Heb 11:31). Rahab sabía que esa tierra era de Dios y que había sido dada a los israelitas, que secó las aguas del mar rojo, sabía el juicio que había caído sobre los reyes, pero sobre todo sabía que Jehová es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Jos 2:8-11. Fue la fe y el conocimiento que hizo que Rahab actuara en fe.
Abraham fue justificado por esa fe que mostró por las obras y fue llamado amigo de Dios. Rahab entró a la tierra prometida con sus familiares y no fueron destruidos porque actuó conforme a la fe. No existe una fe que sea estéril; los que de verdad creen en el Señor son capaces de hacer cosas que para el mundo son locura, o que se considerarían necedad, pero que es el reflejo de la fe inquebrantable que tienen.
La fe que puede actuar es aquella que se deposita en Dios; al conocerlo, tener intimidad con Él, la confianza de los que creen aumentará. No se puede tener confianza en quien no se cree; por eso el que dice que cree, que demuestre esa fe por medio de las obras, las que Dios quiere que ande, las que preparó de antemano (Ef 2:10). Habrá quien dirá que tiene fe, pero es estéril en obras; no puede confiar en los días donde su fe es probada. Él tal debe darse cuenta de que la fe que dice tener es muerta.
Quien no es capaz de actuar conociendo a Dios y su carácter no puede decir que le conoce, que tiene comunión con Él. A esto se refiere Santiago al decir que «Ustedes ven que el hombre es justificado por las obras y no solo por la fe». Nadie puede decir solo tener fe sin que esta lo mueva a actuar y ser probada y demostrada. La fe verdadera es interior, pero se muestra y es palpable en el exterior por medio de las obras de fe.