La fuente de la tentación.

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Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte. Amados hermanos míos, no se engañen. Stg 1:14–16.

En medio de las pruebas, los cristianos debemos cuidar nuestro corazón y nuestra mente, aferrarnos a Dios es la única manera de salir victoriosos de ella. El problema en la prueba es que nuestros deseos de salir rápidamente de ella, de solucionar la situación a nuestra manera, nos lleven a tentaciones. Estas tentaciones nacen de nosotros mismos, son los deseos pecaminosos de salir de una situación a nuestra manera, sin tomar en cuenta la santa voluntad de Dios.

Los creyentes en medio de la prueba deben velar y orar para no caer en la tentación (Mt. 26:41). Porque ahora tenemos una naturaleza divina que nos ayuda a mantenernos en la santidad (2 P. 1:4), Dios nos ha concedido todo lo necesario para la vida y la piedad. Entonces, cuando un creyente entra en la tentación por sus deseos, por sus pasiones, puede encontrar salida en las ayudas divinas otorgadas por Cristo.

Cada persona tendrá sus propias pasiones que batallan contra él y en cada persona son diferentes, pero el deber del creyente es aferrarse a Dios. La oración de un creyente piadoso debe estar en pedir a Dios no caer en la tentación (Mt 6:13). Dios quiere que pasemos por las pruebas para salir fortalecidos, pero las tentaciones y nuestros deseos que se oponen a ese propósito nos harán fracasar.

La gracia que tenemos en Dios es que, si por nuestro pecado caemos en la tentación, podemos arrepentirnos de nuestra falta, confesarlo y apartarnos como Él quiere que lo hagamos (1 Jn 1:9). Si fallamos en la prueba porque, desconfiando de Dios, nos fuimos en pos de las pasiones que nos gobiernan, entonces Él buscará la forma de pasarnos por más pruebas hasta conformarnos a la imagen de Cristo. Nuestro deber como creyentes es vencer las tentaciones en medio de las pruebas, glorificar a Dios y ser más como Cristo. Debemos saber que las tentaciones que tenemos todas son humanas y vencibles; Dios no nos dejará ser tentados más de lo que podemos soportar, proveerá escape para que podamos salir de ella victoriosos si nos aferramos a Su voluntad (1 Cor 10:13). Hermanos, si nos encontramos en la prueba, segura, también seremos tentados; huyamos de las tentaciones y aferrémonos a Dios, a Su poder y a Su Palabra para ser conformados a la imagen de Jesucristo y así cumplir el propósito de nuestra peregrinación.