La predicación expositiva hoy ha tomado mucha relevancia en algunos círculos cristianos, hay una trasformación de los púlpitos de manera que la predicación ha cambiado, se ha reformado y ha vuelto a la fuente de las escrituras en su sentido más puro, gramatical, literal e histórico. De lo anterior nace la necesidad de hacer un resumen de lo que significa este método de predicación. En este texto se presenta una serie de características del método para animar a los estudiantes a profundizar en las características de esta predicación.
Por otro lado, también es importante que el lector sepa qué es la predicación expositiva para que determine qué tipo de expositores está escuchando o leyendo. Los estudiosos más conservadores defienden este tipo de predicación, ya que fluye desde la misma gramática. Pero este texto solo busca enseñar una pincelada, mostrando definiciones y características pocas de la predicación expositiva. Aquellos que deseen aprender el arte de este tipo de predicación tendrán aquí algunas fuentes de información, pero deberán profundizar hasta que puedan enseñar de esta manera desde los púlpitos.
La predicación expositiva
Para hablar de la predicación expositiva hay que iniciar por la definición. Predicar es un asunto muy serio porque es una obra que es dirigida por el predicador a la congregación, que debe tratar de comunicar el mensaje de Dios, Robinson lo define de la siguiente manera:
La predicación expositiva es la comunicación de un concepto bíblico, derivado de, y transmitido por medio de, un estudio histórico, gramatical y literario de cierto pasaje en su contexto, que el Espíritu Santo aplica, primero, a la personalidad y la experiencia del predicador, y luego, a través de este, a sus oyentes.oyentes.[1]
Entonces la predicación expositiva busca comunicar los principios y conceptos que Dios ha trazado para su pueblo. El estudiante, por su parte, debe estudiar la historia, la gramática, la literaria para entender que fue lo que Dios quiso comunicar a su pueblo, empaparse de ese principio, vivirlo, modelarlo y al final y exponerlo a la Iglesia. Ningún predicador debe buscar principios en la Biblia para sostener sus argumentos, el verdadero maestro sostiene los principios bíblicos y argumenta su vida a partir de ahí. En otras palabras, lo que sostiene la vida de un predicador, lo aprueba o lo reprueba es la Escritura.
La victoria de la Predicación
Dios Espíritu Santo inspiró las Escrituras por medio de hombres que estuvieron bajo su supervisión (2 P. 1:21). Su trabajo hoy es traer luz a los estudiosos de la Palabra para que la comprendan tal cual fue escrita y puedan exponer el Evangelio y todo lo relacionado con la vida y a la piedad. (1 Co. 2:14–16, 1 Jn. 2:27). El Espíritu no solo inspiró y esclareció las Escrituras, sino que también les da vida. Motiva la predicación del evangelio (1 P. 1:12). Esto es necesario entenderlo porque una vez que se acepta el principio rector de la Palabra, el predicador puede llegar a la convicción que es el Espíritu el que convence de pecado (Ef. 5:26; Tit. 3:5; 1:18).[2]
Se puede decir entonces que la victoria del mensaje de las Escrituras y del Evangelio está asegurado más allá de las posibilidades humanas, pues es el Espíritu Santo el que guía y da fruto de la Palabra y no es una cuestión meramente humana, ni de erudición académica, sino que depende únicamente de Dios. Pablo dice a Timoteo que la Palabra es «útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra» (2 Tim 3:16–17)
Si la victoria está asegurada, entonces el problema es el predicador, que centra su mensaje en el hombre y no en Dios. El contenido del mensaje no es el que inspiró el Espíritu santo ni está siendo guiado por una dependencia de Él. De lo que un predicador debe estar seguro es que solamente Dios puede causar que la verdad llegue a los corazones de los hombres y su trabajo como predicador es lograr que esa verdad llegara a sus oídos.[3]
Otra vez se encuentra la dicotomía de la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre, en la predicación es el hombre el que es responsable de exponer claramente las Escrituras, es su deber, no tiene escape, será juzgado por Dios sino que lo hace. Pero con todo y ello es Dios el que tiene la victoria por medio de su Palabra, por medio del Santo Espíritu, por ello más allá del predicador, más allá del púlpito, es Él quien actúa. Cuando una predicación triunfa es el poder del Espíritu y cuando fracasa es por la falta de disposición del mensajero. Pablo lo resume así
Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibieron la palabra de Dios que oyeron de nosotros, la aceptaron no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en ustedes los que creen (1 Tesalonicenses 2:13)
Cuando la predicación se hace de una manera adecuada, el poder viene del Espíritu Santo que comunica la Palabra de Dios, porque es el Espíritu de verdad y el propagador de la Palabra de Dios, genera poder transformador (1 Tes 1:5–8) lo hace a través del Evangelio (Ro 1:16–17). El Espíritu tiene el poder de usar a hombres pecadores para llevar a cabo la propagación del mensaje y a la vez dar fruto verídico (1 Tes 1:5), a tal punto que encuentra a los elegidos y los transforma (cf. 1:4). El poder de Dios está en su palabra que es guiada a los elegidos para que la entiendan y pongan por práctica, este es el trabajo del Espíritu Santo en la predicación. El Espíritu Santo trabaja para que la obra diera resultado en donde se predicará la Palabra.[4]
Principios básicos de la predicación expositiva
Para llegar a una buena predicación expositiva el estudiante debe tener una hermenéutica adecuada, esta es explicada por Fanning como «La ciencia y el arte de la interpretación bíblica. Significa “explicar” (Lu 24:27) o “traducir” (Jn 1:42). En un sentido, una explicación es una traducción, así que es hacer claro algo desconocido».[5]Definitivamente, la hermenéutica esa una ciencia porque tiene ciertos criterios de investigación y es un arte porque se desarrolla con la práctica.
La predicación expositiva consta de tres principios básicos que parten de una hermenéutica adecuada. En primer lugar, es inductiva lo que significa que el estudiante debe sacar sus propias conclusiones reflexionando lo que la misma Biblia dice esto a través de la observación para luego llegar a una conclusión general. La predicación expositiva es exegética. Esto quiere decir que el estudiante debe seguir los principios y prácticas hermenéuticas adecuadas. El estudiante debe analizar la Palabra de Dios inductivamente, aplicarle los principios hermenéuticos, y luego la explicará analíticamente.[6]
La exégesis
El predicador debe explorar la audiencia original, el contexto histórico en el cual se escribió el texto que estudia y cuáles fueron las circunstancias que rodeaban a los receptores originales del mensaje y cuál fue el propósito del texto para aquellos lectores. Entonces debe encontrar el contexto bíblico, evitando así una contextualización muy rápida para tener el control sobre el significado del texto. Además, debe e indagar atentamente hasta entender cómo es que el texto encaja en el mensaje general del libro. Además, debe encontrar dos elementos esenciales, los cuales son la estructura y el énfasis del texto.[7]
La aplicación
La aplicación es lo que cada estudiante entiende que el texto le manda a hacer en su vida. Según Sangoquiza, «Debe responder a la pregunta ¿Qué debo de hacer ahora que ya sé lo que dice el texto que he estado estudiando? Es hacer lo que Dios me está diciendo que yo haga; esto se llama aplicación».[8] Una vez haya el predicador ha encontrado esta aplicación para su vida, está listo para aplicarlo a los demás, debe encontrar una aplicación que sea relevante y general, evitando así el señalamiento particular a otros creyentes. La ventaja es que el mismo texto dará al creyente la aplicación una vez haya entendido cuál es el mensaje para la audiencia original.
Para la aplicación muchas veces se hace necesario que se ilustre el punto, esto es recomendable siempre y cuando el pasaje mismo lo permita y la ilustración encaje en el desarrollo del sermón. Los predicadores deben tener cuidado de no volverse esclavos de las aplicaciones, esto quiere decir que no están obligados a encontrar una ilustración para cada punto del sermón, hay mensajes que son tan claros que no necesitan ilustración, habrá otros que la requieran o sin darse cuenta el mismo predicador encontrará en medio de la predicación alguna, esto también debe hacerse en dependencia del Espíritu Santo y no como un requisito legalista del Sermón.
La importancia de la predicación expositiva
En este texto ha definido la predicación expositiva, se ha definido la victoria de la predicación por el poder del Espíritu Santo. Lo que lleva a un último punto, la importancia de una predicación expositiva en las iglesias.
Algunos dicen que se le da demasiado énfasis a la predicación expositiva eliminando así otras formas de predicación, pero como ya se dijo anteriormente lo que se busca es el sentido inspirado por Dios para encontrar una aplicación relevante para Su pueblo hoy. La predicación expositiva hace que la Biblia parezca sencilla y clara lo que hace que una iglesia sea sana y feliz al tener al alcance la voluntad Divina.[9]
Los resultados de la predicación expositiva
Los que tienen la oportunidad de predicar expositivamente en sus iglesias dan cuenta de ello, la Biblia se vuelve un libro accesible para todo el pueblo, las personas son edificadas, el temor a Dios crece, el deseo por saber más y más avanza. Pero también tiene sus bemoles, una vez que una iglesia se acostumbra a escuchar recurrentemente la Palabra de Dios desde el pulpito exigirá a todo aquel que lo tome no hacer menos que enseñar lo que dice el Señor. Lo anterior es algo muy positivo porque el pueblo va con deseo de aprender, quiere escuchar la voz de su Señor y espera que el predicador sea el medio usado. En otras palabras una vez que una iglesia inicia el proceso de anhelar el mensaje de Dios desechará todo lo demás.
Esto es importante porque solo la predicación expositiva tiene como meta encontrar el mensaje de Dios para el pueblo, solo este método acerca al creyente a la voluntad divina. Dicho lo anterior se puede deducir algunas cosas, Dios quiere que sepamos su voluntad y la ha revelado, es trabajo del expositor encontrarla tal cual la dejó y exponerla, hacer menos que eso desviará al pueblo a la idolatría indefectiblemente. Una iglesia que se acerca y escucha la predicación de la voluntad de Dios tal cual Él la inspiró es un pueblo que es santificado por medio de la voz de Dios.
Una advertencia a los predicadores y a la audiencia
Un último detalle es que los que predican o están en una iglesia donde se predica expositivamente deben tener la suficiente humildad para tener en cuenta que a pesar del ser humano la obra de Dios continua, esto significa que no debe haber orgullo, arrogancia de los que tienen esta bendición por sobre aquellos que no han tenido una cultura de predicación expositiva. No necesariamente por estar en una iglesia sometida a la predicación expositiva las personas son más santas o sabias.
Por mucho tiempo Dios ha usado hombres, predicadores valientes que enseñan las escrituras con mucha reverencia y son sumamente espirituales que no han tenido la bendición de ser preparados en la predicación expositiva. Esto no significa que no deben ser animados a hacerlo, lo que significa es que el amor de Dios debe prevalecer, las Escrituras enseñan mansedumbre y humildad, cosa que muchas veces les falta a los egresados de los seminarios donde se enseña el arte y la ciencia de la predicación expositiva.
Conclusión
La predicación expositiva es un arte y es también un trabajo arduo mantener la rigurosidad de las Escrituras en los púlpitos por lo tanto cada vez es más importante valorar el esfuerzo que han hecho muchos hermanos al volver la reforma de los pulpitos y las enseñanzas. Cada persona y estudioso de las Escrituras debe entender la necesidad de volver a la exposición literal, gramático e histórico de ellas.
Los resultados de la predicación expositiva son muy positivos, hacen crecer espiritualmente a las iglesias y le dan conocimiento al pueblo de Dios de todo el contexto de las Escrituras. Por lo tanto no solo es una necesidad, es un deber del creyente y de los predicadores exponer las Sagradas Escrituras tal cual fueron dadas. Aquellos que se resisten a una predicación expositiva se oponen al mensaje de Dios y son más vulnerables al error, las herejías y los legalismos.
Para mantener las iglesias saludables es necesaria una predicación sana y para ello hay que esforzarse, sin embargo, el predicador debe siempre depender del Espíritu Santo ya que la sola predicación no transforma las vidas, es una obra de Dios en la vida de los creyentes, pero el deber del predicador es acercarlo al mensaje de Dios para su pueblo.
Bibliografía
[1] Haddon W. Robinson, La Predicación Bíblica: Desarrollo y presentación de mensajes expositivos, ed. Luis Nahum Sáez (Miami, FL: Unilit, 2000), 18.
[2] John MacArthur y Richard Mayhue, Teología Sistemática: Un estudio profundo de la doctrina bíblica, trad. Loida Viegas Fernández y Juan Terranova (Grand Rapids, MI: Portavoz, 2018), 797–798.
[3] A. N. Martin, ¿Qué está fallando con la predicación de hoy? (Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia, 2002), 31.
[4] R. Larry Overstreet, ed., Predicación persuasiva: Una guía bíblica y práctica para el uso efectivo de la persuasión, trad. Sonia Martínez, vol. 3, 10 vols., Serie Predicación (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2020).
[5]Don Fanning, Hermenéutica: Las reglas de la interpretación bíblica (Forest, VA: Branches Publications, 2012), 5.
[6] John MacArthur, La predicación: Cómo predicar biblicamente (Nashville: Grupo Nelson, 2006), 258.
[7] David Helm, La predicación expositiva: Cómo proclamar la Palabra de Dios hoy, ed. Mark Dever y Jonathan Leeman, trad. Jorge Eduardo Peña y Gustavo Morel, 9Marcas: Edificando Iglesias Sanas (Colombia: Poiema Lectura Redimida, 2014), 39
[8]Johnny Sangoquiza, Técnicas de Estudios Bíblicos y Reglas de Interpretación, 2da ed. (Johnny Sangoquiza, 2013), 89.
[9] David Helm, La predicación expositiva: 11-12