Después del revuelo que creó la inauguración de los Juegos Olímpicos 2022, ha tenido que salir la administración a pedir perdón y a aclarar, según ellos, que no se trata de una burla al cristianismo ni a la Santa Cena y mucho menos al Señor Jesucristo.
Dicho lo anterior, ¿qué debemos pensar los creyentes acerca de esta situación? En primer lugar, debemos entender que esta imagen refleja el juicio de Dios sobre las naciones y pueblos. Algunos creyentes han pedido juicio, ignorando las Escrituras, lo cual ya es el juicio de Dios.“Por lo cual Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos. Ro 1:24”. Este comportamiento satánico, estas expresiones aberrantes no son más que la ira de Dios revelada contra ellos que se niegan a ver la verdad y la restringen con mentiras (Rom 1:18)
Como creyentes, solo podemos pedir a Dios que su justicia alcance a estas personas. El juicio ya está decretado, pero aún no se enfrentan a la justicia de Jehová. ¿Cuál es esa justicia? El infierno mismo, por lo que las Escrituras dan testimonio contra ellos. ¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. 1 Co 6:9–10.
Una medida urgente que la Iglesia necesita tomar es denunciar abiertamente lo que es pecado, hablar de pecado, comunicar las consecuencias del pecado y promulgar la justicia de Dios. Lo que pasa en nuestros círculos sociales también es culpa de los creyentes cobardes que callan la verdad por miedo a ser rechazados, demostrando así su poca o nula fe en Cristo Jesús.LLos franceses también fueron una comunidad cristiana en algún momento. Sin embargo, bastó una generación de creyentes que no defendieron la fe, promovieron el silencio y perdieron el amor a Dios para que esta degeneración hoy los represente como país. Los creyentes que viven callados, los progresistas, los animalistas y feministas también son el resultado del juicio de Dios para su Iglesia.
No podemos dejar de predicar la Palabra de Dios para ser políticamente correctos; eso no es lo que la Palabra de Dios nos manda hacer.El mundo debería sorprenderse por las sendas que tomamos, pues parecemos tomar el camino equivocado. No podemos tener el beneplácito de Dios y el mundo a la vez; si la Iglesia está tan tranquila y el mundo con ella, algo estaremos haciendo mal.
Porque el tiempo ya pasado les es suficiente para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces, y abominables idolatrías. Y en todo esto, se sorprenden de que ustedes no corren con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y los insultan. 1 P 4:3–4.
Se ha olvidado que los creyentes son defensores de la verdad y sufrir por Cristo ya no parece de tan sumo gozo: “Pero si alguien sufre como cristiano, que no se avergüence, sino que como tal glorifique a Dios”. 1 P 4:16. Esto es alarmante porque no está lejos de llegar a nosotros, ya llegó y lo hemos tolerado, lo hemos confundido con amor, cuando el amor es el que acusa al pecador de su muerte para que alcance vida en Cristo. Hemos disfrazado la cobardía en tolerancia y eso es negar a Cristo delante de los hombres, y ya sabemos lo que será de los que se atreven a negarlo delante de los hombres.
Es cierto que esto no lo podemos detener porque Cristo profetizó acerca de esto (Lc 17:26-31), pero nuestro deber es denunciarlo, comunicar nuestro malestar y predicar a Cristo y a este crucificado. Estas personas que están en esta imagen ya no tienen esperanza; ya Dios los abandonó. Si lo hicieron pensando en burlarse de Cristo, no saben la tremenda cosa que es caer en manos de un Dios vivo; si no lo hicieron con esa intención, algo que honestamente dudo, el mismo juicio está sobre ellos.
Como iglesia debemos preocuparnos, en lo individual, presentando oposición a todo lo que niega o se oponga a Jesucristo; esto nos traerá sufrimientos, pero Cristo ya venció el mundo (Jn 16:33). Como comunidad, esperar en Cristo y oponernos a la manifestación del pecado y no participar con ellos (1 P 4:3– 4) Hay algo más que me ha molestado muchísimo y que he denunciado: son los creyentes progresistas; es como decir un creyente ateo, como dicen grupos religiosos que sirven a Cristo y votan por partidos abiertamente opositores a la Palabra de Dios, que marchan con ellos, que andan con ellos, por estos hay que orar para que la justicia de Dios venga porque hacen blasfemar el nombre de Cristo.
Cada uno de nosotros dará cuentas a Dios; cuidemos nuestros corazones, nuestras mentes, humillemos delante de Dios y de su Santa Palabra, para que con coraje la defendamos, aunque nos cueste la vida hacerlo. A no ser que estemos diciendo que somos esa generación que clamaba: “somos ricos, nos hemos enriquecido y de nada tenemos necesidad” (Apocalipsis 3:14–22). Hay que actuar en contra de esto antes que lo único que los creyentes no tengan sea a Cristo. Hay que trabajar en nuestras mentes, familias, pequeños, escuelas, barrios, para que al menos seamos la luz de este mundo, la sal de esta tierra, que el mundo sepa, que la Iglesia es el lugar donde mora el Espíritu Santo y que este se opone a toda clase de depravación. ¿Estamos listos para padecer por Cristo o lo negaremos? Ya es hora de que la iglesia despierte.
