Porque recuerdan, hermanos, nuestros trabajos y fatigas, cómo, trabajando de día y de noche para no ser carga a ninguno de ustedes, les proclamamos el evangelio de Dios. Ustedes son testigos, y también Dios, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con ustedes los creyentes. Saben además de qué manera los exhortábamos, alentábamos e implorábamos a cada uno de ustedes, como un padre lo haría con sus propios hijos, para que anduvieran como es digno del Dios que los ha llamado a Su reino y a Su gloria. 1 Ts 2:9–12
Otra de las características que deben tener los creyentes para que se establezcan iglesias es el arduo trabajo, no solamente el manual o productivo de las riquezas, sino también el esfuerzo arduo para que se establezcan los creyentes y crezcan a la imagen de Jesucristo. Este trabajo debe ser de entrega total para que los nuevos cristianos puedan crecer en el conocimiento de la verdad.
Además de este esfuerzo físico, también debe haber un testimonio de la verdad en la vida de quienes dicen ser creyentes. Este testimonio, del que habla Pablo, se refiere a la manera de vivir de ellos en medio de la iglesia, de manera que no buscaban riquezas, aunque tenían derechos (1 Co. 9:7–11; 1 Ti. 5:17–18). Además de sus vidas, también tenían testimonios en los que eran consecuentes con la fe que predicaban.
Esta forma ejemplar de vivir es dada por Dios, el cual fortalece a los creyentes, y es transmitida de generación a generación para que haya nuevos hombres que mantengan fielmente la verdad de Cristo (2 Ti. 2:2). Los tesalonicenses pudieron observar y ser testigos de cómo Dios fortaleció y guio a los apóstoles para que los establezcan como iglesias.
Además, basados en esta vida de piedad, los apóstoles enseñaban y exhortaban a los creyentes para que también vivieran piadosamente. Los nuevos creyentes no solamente han recibido el evangelio, recibieron un muy buen testimonio y fueron encaminados a la vida de piedad con testimonios fieles de lo que significa sufrir y padecer por la causa de la verdad, manteniendo una vida de santidad.
Las iglesias que quieren llevar el evangelio y hacerlo crecer por el mundo deben trabajar duro en llevarlo a todas las personas; no pueden esperar que automáticamente lleguen cuando no se les predica (Ro 10:14). El trabajo debe estar acompañado de un testimonio claro de lo que significa ser cristiano.
Uno de los grandes conflictos que tienen las iglesias en la actualidad es que se ha olvidado lo que significa trabajar en el campo del Señor, cuando Él mismo dijo que la mies es mucha (Mt 9:35-38) y siempre se necesitan obreros; no solamente que estén dispuestos a trabajar, se necesita que estén dando testimonio en sus vidas de lo que significa ser un verdadero creyente en medio de un mundo incrédulo (Mt 5:13-16).
Por lo tanto, deberíamos como iglesia estar preocupados por llevar el evangelio de una manera formal, lo que significa que la iglesia debe ocuparse activamente en llevar el mensaje de la salvación mientras vive de manera comprometida esa fe. Debemos orar a Dios para que, dejando la pereza, volvamos a la enseñanza básica de la predicación del evangelio y una vida de testimonio acerca de lo que decimos creer.
