Si decimos que tenemos comunión con Él, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si andamos en la Luz, como Él está en la Luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:6–7
Este texto Juan nos presenta dos oraciones condicionales que muestran la realidad contrastada entre la vida de Cristo y la de los que dicen seguirle. Algunos grupos niegan el pecado para vivir una libertad absoluta, la filosofía y el humanismo atravesaron la vida de los creyentes que recibieron esta epístola como los de ahora. Para apalear esa mentira solo existe una realidad contrastada, el que vive en tinieblas no es de Cristo.
La realidad es esta sino se llama pecado al pecado, sino se lucha contra él de frente para hacerlo aborrecible no podemos llamarnos cristianos. Quizá hoy no haya problema en llamar pecado a los que los 10 Mandamientos llaman pecado, pero el sincretismo nos ha llevado a tolerar pecados como la desnudes de los hermanos en la iglesia, una adoración débil y expedita porque no hay tiempo para ir al culto, la falta de comunión entre los creyentes. Esta serie de cosas que atentan contra la santidad de Dios y que nos hacen parecer en oscuridad son las que nos alejan cada vez más de la luz.
Ahora bien la santidad es algo que se vive en la intimidad con Dios y que se refleja en la comunión del pueblo de Dios, por ello Juan habla para luchar con ese dualismo que parece invadirnos de apoco nuevamente «lo que importa es la salvación del alma, como viva yo no» Esto no se trata de poner reglas legalistas y volverse fariseo, se trata de volver a Cristo y reflejar su santidad. Pablo le dice a los Efesios «Yo, pues, prisionero del Señor, les ruego que ustedes vivan de una manera digna de la vocación con que han sido llamados» (4:1).
Si se quiere esta ley que Juan está mostrando en la práctica es la que se dio en la antigüedad (Dt. 10:12–13) «Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el Señor tu Dios, sino que temas al Señor tu Dios, que andes en todos Sus caminos, que lo ames y que sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y que guardes los mandamientos del Señor y Sus estatutos que yo te ordeno hoy para tu bien?»
Si como cristianos estamos deseando un ápice de oscuridad en nuestras vidas (Jn. 3:19–20), debemos revisar nuestra vida, nuestra salvación, porque no es posible amar las tinieblas y la Luz a la vez, esto es una contradicción absoluta. El problema es que combatir estos pecados de frente pueden generar acusaciones como de «legalismos» pero cada creyente debe obediencia a Cristo y su deber es reflejar la luz de Cristo, de lo contrario no puede decir que es de Él, abandonar el mundo, sus deseos, pasiones y modas por seguir a Cristo es andar en la Luz, seguir al mundo y amarlo y decir que somos cristianos es una mentira (dualismo), es un engaño satánico para llevar a más engañados al infierno.