La realidad práctica de la Luz. Prt2

swarm of yellowjacket wasp on hive


Pero si andamos en la Luz, como Él está en la Luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:7


El problema que tengo con las abejas es que si aparece una por ahí significa que hay más, la alergia que tengo a las picaduras me hace estar alerta cuando voy a un lugar y veo alguna, trato de no molestarla y de observar si hay una colmena cerca de la que deba cuidarme. Las abejas no viven solas, se necesitan unas a otras, viven en comunidad, se cree que son independientes pero no se separan las unas de las otras por la urgencia a sobrevivir.

Una de las dificultades que tiene la Iglesia moderna es que piensan sus miembros que pueden sobrevivir solos, esto es sin otros creyentes porque definitivamente tienen comunión con otros incrédulos, en el trabajo, los deportes, la música, pero hay una resistencia absoluta a crear espacios de convivencia con otros hermanos porque «No hay cosas en común». Las Escrituras enseñan que la comunión entre creyentes es una forma de mostrar que andamos en la Luz, es imposible decir que somos de Cristo y que nuestros «mejores amigos» rechacen y blasfemen contra la Cruz.

Los que han sido lavados de todos los pecados tienen comunión con Dios, pero esto se manifiesta en la comunión. Esto es algo que se da naturalmente, los que andan en Luz buscan a otros que estén en la Luz. Nadie a la Iglesia primitiva a estar en comunión, a estar juntos, surgió como elemento testimonial de su salvación (Hech 2:42, 4:32–37). La limpieza de pecado fu imputada por Cristo de manera que ya no hay condenación para los que está en Él, ni puede separarnos de su amor (Ro. 8:33–39)

Ahora que se ha definido que en Cristo hay redención y perdón de pecados (Ef. 1:7) y que esto indefectiblemente nos lleva a vivir en comunión con otros creyentes ¿Cómo podemos vivir sin la comunión de los santos? Los creyentes hoy confunden la comunión con el acto de congregarse, otros son selectivos y deciden con quien tener comunión cayendo en el pecado de seleccionar a las personas que le gusta para tener comunión pero es todo el cuerpo de Cristo el que necesita estar unido de lo contrario no es posible dar testimonio de la unidad de la Iglesia en el lavamiento de pecado en Cristo.

Una abeja que se escapa de la colmena es presa fácil para las arañas y otros depredadores, lastimosamente si se separa de la colmena perecerá indefectiblemente. El creyente que no está con las antorchas de quienes andan en la Luz pronto perecerá en las tinieblas, se apagará de a poco sin darse cuenta y perecerá indefectiblemente. Los cristianos somos por naturaleza, un cuerpo, pueblo de Dios y esa naturaleza nos lleva a estar con aquellos que son de también de Él, sino nos apetece estar entre creyentes y nos gusta más la comunión con algún incrédulo puede ser que no hayamos degustado la Luz verdadera o que definitivamente necesitemos arrepentimiento para volver a Él.