Mediante la fe ustedes son protegidos por el poder de Dios, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo. 1 P 1:5.
Este texto es maravilloso; nos habla de la protección que hay en Dios para los que han creído en su nombre. Aunque debemos preguntarnos: ¿de qué somos guardados por la fe? Pedro empezará a tratar la persecución en medio de la congregación y las pruebas que los hermanos sufrían. Parece que no hay esperanza en medio del dolor y la persecución que se ha levantado contra la Iglesia, pero no es así; el poder de Dios protege a su pueblo, a los que han creído en su Hijo.
Si el mundo se levanta contra la Iglesia, Dios la guarda sin mancha (Jud. 24); si la creación se levanta contra su pueblo, Él lo sostiene (Ro. 8:31–39). La obra de Dios prevalece a pesar de la posible persecución que se ha levantado; la salvación se manifestará al final de los tiempos. Parece que el mundo se ha opuesto por la eternidad contra su Hijo y contra la Iglesia, pero quien inició la buena obra la terminará (Jn. 10:28; Fil. 1:6).
Lo que la Biblia enseña es lo siguiente: la fe preservará a los creyentes por la eternidad, aunque el mundo quiera destruirlos. Cuando el mundo le da muerte a unos creyentes, solo los ha trasladado a la presencia de Dios; cuando el mundo persigue a la Iglesia, el evangelio se propaga porque va con los creyentes. Cualquier artimaña del enemigo en contra de la iglesia resulta, en lo mismo, en la manifestación del poder de Dios que traslada a sus hijos a la gloria venidera.
Esto debe ser un gran estímulo para los cristianos, porque lo fue al principio de la Iglesia. Los creyentes están siendo guardados por Dios para que puedan tener la salvación que ha prometido. A diferencia de lo que enseñan los falsos maestros, por causa del nombre de Cristo, la iglesia es perseguida; fue lo que el Señor prometió (Jn 16:33), pero también es cierto que el mundo fue vencido por Él para que la victoria nos fuera trasladada a los que por fe estamos en Él. Pablo lo resumió así: «El Señor me librará de toda obra mala y me traerá a salvo a Su reino celestial. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén». (2 Ti. 4:18)
Es como si Dios nos dijera: si son perseguidos, el mundo podrá quitarles todo lo que para ellos es valioso, pero la salvación, que es lo más importante, jamás les será quitada. Cristo ha vencido y, cuando sea manifestado, los creyentes también serán manifestados (Col 3:1-4). Hermanos, si por la gracia de Dios nos toca sufrir menosprecio, persecución, cárceles o abandono, eso es lo que el mundo nos ofrece, porque ya nuestra vida está segura en Cristo. Debemos animarnos a llevar el mensaje de la cruz, aunque esto nos haga perder riquezas, comodidades y hasta la familia, porque todo lo que un creyente necesita es que Cristo lo reciba en gloria. Este mundo pasará y todo lo que conocemos, pero los que confían en Él serán guardados por su poder.