La verdad del Espíritu nos guarda del error.

Les he escrito estas cosas respecto a los que están tratando de engañarlos. En cuanto a ustedes, la unción que recibieron de Él permanece en ustedes, y no tienen necesidad de que nadie les enseñe. Pero así como Su unción les enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como les ha enseñado, ustedes permanecen en Él. 1 Jn 2:26–27.

Juan les ha escrito a sus lectores acerca de los que han apostatado de la fe para que se aferren al Evangelio, acerca de quienes quieren engañarlos. Es importante notar la importancia que tenían las epístolas. Juan les escribe, les instruye a alejarse de quienes niegan a Cristo y esto a vez ayuda a los cristianos a aferrarse a la verdad. Cristo es el eje central de la historia, es la razón de ser de la Iglesia y quien quiera menospreciarlo, entonces no puede ser llamado hijo de Dios.

El Espíritu Santo, que ha guiado a los creyentes a la luz del Evangelio, los sostendrá ahí para que no caigan en las mentiras engañosas. El Espíritu Santo sirve al creyente como maestro en medio de las herejías, como un guía que enseña la luz en medio de las tinieblas, es el maestro por excelencia para la Iglesia.  El creyente que se aferra a lo que ya ha dado Dios por medio de su Santo Espíritu, no necesita escuchar a los detractores de la verdad,  a los que niegan las verdades de las Escrituras.

La verdad es que de Dios hemos recibido todo lo que los creyentes necesitan para mantenerse firmes en el Evangelio, la razón por la que muchos claudican es porque negligentemente han dejado de prestar atención a la verdad. Las Escrituras (2 Tim. 3:16-17) pueden hacer sabios a los hombres, equiparlos para la lucha espiritual. El mandamiento para la Iglesia es permanecer en Cristo, esto no puede ser menos que una devoción hacia Dios, una vida entregada a Cristo. Los que dicen tener comunión con Cristo e ignoran su Palabra se engañan porque es por medio de las Escrituras  que podemos ser enseñados, santificados (Jn 17:17), Cristo nos ha dejado Su Palabra (Jn 17:14). El engaño inicia cuando menospreciamos la unción del Espíritu que nos guía a las Escrituras.