Las evidencias de un hombre libre.

Y en esto sabemos que lo hemos llegado a conocer: si guardamos Sus mandamientos.  1 Jn 2:3

Los uniformes hacen un ejercicio de distinción entre los que asisten o trabajan en una institución u otra. Es llamativo como las personas le toman cariño a esos distintivos y los modelan con orgullo, casi deseando que todos sepan donde trabajan o estudian. Lo mismo debería pasar con los creyentes, hay ciertos distintivos que muestran nuestra naturaleza y que deberíamos estar preocupados por modelar.
 
Después de observar la verdad teológica de la seguridad de la salvación, ahora Juan lleva a los lectores a examinar su vida para que sepan si realmente están yendo en el evangelio. Acerca de este tema es claro que el creyente debe tener una conciencia, una mente y un corazón lleno de la Palabra de Dios para saber sus mandamientos y guardarlos. Es decir, la primera cláusula se cumplirá si el creyente tienen una comunión íntima con la Palabra y de ahí podrá aprender y obedecer los mandamientos de Dios.
 
Esto parece un dato menor, en la salvación y podría tomarse a la ligera, pero Dios le ha dado tal importancia que hasta lo profetizó (Jer. 31:33–34). Los creyentes tendrán la ley en sus corazones, ahora que las Escrituras están completas es el Espíritu Santo el que nos empuja a cumplirlas, nos convence de nuestro pecado, nos guía a toda verdad y nos hace amar la ley de Dios. Pero solo los creyentes tienen esta capacidad, los incrédulos no, por eso solo el que guarda los mandamientos de Dios puede decir que lo conoce.
           
Por su parte, Jesús enseñó que los que le aman de corazón son los que lo honran, los que lo honran guardarán su ley (Jn. 14:15, 21, 23-24). Es axiomático, los creyentes amán la Palabra de Dios, aman sus mandamientos y los persiguen. Por eso es por lo que no cuesta discipular a los creyentes, pero es casi imposible santificar a los que dicen ser creyentes y no se someten, probablemente no han degustado la salvación.
 
En resumen: es el uniforme de la ley de Dios en los corazones de los creyentes que debe evidenciarse; la santidad y el amor a la Palabra son los elementos fundamentales. Con orgullo cada cristiano debe modelar la vida de Cristo, quizá al mundo no le parezca honroso, lo desechen y hasta ultrajen a los que son como Él, pero solo el que guarda sus mandamientos puede decir con certeza que es su discípulo. Solo los discípulos de Jesús aman su ley a tal punto de querer ser como Él, todo lo que no se ajusta a esa verdad es una falsificación y Dios lo aborrece.