Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte. Stg 1:2–4.
La razón por la que Dios nos somete a prueba es diversa y dependerá de cada individuo y las circunstancias que viva. Job fue probado para tener un conocimiento profundo de Dios (Job 42:5–6). Al parecer era un hombre devoto, pero su conocimiento del Señor tenía que ser refinado; lo fue a través de la prueba. Otros fueron probados para demostrar que no andaban en la ley de Jehová (Éx. 16:4; Dt. 13:3–4). Así que no todas las pruebas tienen la misma razón de ser, pero todas tienen un mismo objetivo: «Fortalecer nuestra fe».
Santiago les dice a sus lectores que la prueba produce paciencia; esta palabra se puede traducir como «la acción de permanecer firme». Santiago muestra que las pruebas confirman la fe y nos hacen permanecer de pie aún en medio de las adversidades. El punto de Santiago es sencillo: son las pruebas las que hacen ejercitar nuestra fe, nos muestran nuestras debilidades para que podamos mejorarlas y una vez fortalecidas, podamos mantenernos de pie sin vacilar.
Dios no está interesado en destruirnos, ni lo hace, pero sí está interesado en enseñarnos cada día a esperar confiadamente en Él. El salmista dijo «Esperé pacientemente al SEÑOR, Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor». Es este carácter el que Dios quiere que desarrollemos, el que espera en Jehová, el que anhela su morada. Dios quiere protegernos al enseñarnos nuestras debilidades y cuando seamos débiles, Él nos protegerá, no nos dejará ser tentados más de lo que podamos soportar (1 Co. 10:13) y nos cuidará como Cristo protegió a sus discípulos (Jn. 18:7–8, Salmo 97:10).
Las pruebas son necesarias para que podamos crecer en la fe, si no fuéramos probados nunca conoceríamos la profundidad del amor de Dios y nuestra fe nunca crecería, no daría fruto. Las pruebas son necesarias y cuando estamos en medio de ellas deberíamos ser conscientes de que Dios está trabajando en nuestro carácter y deberíamos preguntarnos ¿Qué quiere Dios que yo haga o mejore? Para que terminada la prueba nuestra comunión con Él sea fortalecida.
El fin de la prueba es hacernos mejores creyentes, dependientes de la gracia de Dios y sumisos a Él. Por lo tanto, las pruebas son una bendición y deberíamos sentir gozo al saber que Dios nos está purificando y fortaleciendo, este gozo trae gloria a su Nombre.