Y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte. Stg 1:4.
Este texto nos muestra el resultado final de la prueba, cuando la fe es fortalecida y el músculo de la esperanza es desarrollado, entonces los creyentes pueden decir que están completos. Este estado de ser completos proviene también de Dios y es resultado de un largo camino de pruebas y desafíos en los que el creyente llega a depender del Señor.
El estado completo solo se logra por medio de un carácter aprobado delante de Dios, por medio de la constante sumisión a la voluntad divina. El creyente que logra entender y someterse a la gracia de Dios en medio de las pruebas. No es nada fácil, pero con una constante dependencia y devoción al Señor, el creyente puede llegar a ser completo.
Una de las lecciones que debemos aprender es que este estado se logra cuando en medio de las pruebas hay gozo. Lo que significa que cuando aceptamos con gozo la voluntad divina y encontramos en medio de ella la gracia divina, somos completos, no nos faltará nada. En el mundo tenemos pruebas (Jn. 16:33); constantemente estamos siendo sometidos y debemos refugiarnos en Cristo y en el gozo que proviene de Él.
Ciertamente, recibir las pruebas sin gozo se opone a la voluntad divina; recibirlas con resignación es igualmente pecaminoso. Dios no quiere que nos resignemos a su voluntad y soberanía; Él quiere que nos gocemos, que hallemos paz en su persona, en su Nombre, y que no nos dobleguemos ante los temores, miedos y circunstancias que nos rodean.
El creyente será completo o maduro cuando las pruebas lo lleven a depender más de la gracia divina y a encontrar gozo en el plan eterno de Dios. En ese momento las pruebas no cesarán, pero no nos afectarán más, ni disminuirá nuestra paz.