Los caminos de los creyentes son difíciles, pero con la certeza de que Dios está presente.

Estos fueron los años de la vida de Abraham: 175 años.Abraham murió en buena vejez, anciano y lleno de días, y fue reunido a su pueblo. Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, en el campo de Efrón, hijo de Zohar, el hitita, que está frente a Mamre, el campo que Abraham compró a los hijos de Het. Allí fue sepultado Abraham con Sara su mujer. Gn 25:7–10.

La muerte de Abraham y el relato de ella no parecen aportarnos nada, pero en realidad es un evento significativo para destacar. La muerte de Abraham ocurrió lejos de su tierra de origen. Había sido peregrino por muchos años y su vida nómada en pos de la voluntad de Dios terminó cuando tenía 175 años. El Señor los había preservado hasta cumplir en él cada uno de sus propósitos eternos y ya el tiempo se había cumplido.

Isaac e Ismael, sus dos varones mayores, lo sepultaron, los dos fuertes, de quienes saldrían naciones. Dios no solamente estableció con Abraham el pacto, sino que ahora estaba viendo la obra de Dios en la vida de Isaac, quien había contraído matrimonio con Rebeca. De Ismael no se dice mucho, pero probablemente ya era lleno de años.

Otro detalle que las Escrituras no dejan por fuera es que Abraham fue sepultado en la única tierra que poseía; al ser un nómada, no tenía posesiones de tierra más que la sepultura que compró para el funeral de su esposa. En el sentido monetario, Abraham era un hombre millonario. Quizá era muy respetado entre los que lo rodeaban y reconocido. Abraham ha llegado al final de sus días prosperado por Dios y con la promesa cumpliéndose en Isaac.

Hebreos dice: Todos estos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto desde lejos y aceptado con gusto, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. He 11:13–14.

 Uno de los hombres más influyentes e importantes de la antigüedad ha muerto esperando una patria mejor. Con la muerte de Abraham hay cosas que podemos aprender: las promesas de Dios no tardan en cumplirse, ya están establecidas y se harán realidad en el momento que las ha determinado; todo lo que dijo hará y ni una palabra dejará de cumplirse.

Quizá algunos piensen lo difícil de ser un discípulo del Señor y de seguirlo; Abraham es un ejemplo de ello. En medio de vicisitudes, conflictos y hasta desesperación se desarrolló su vida, pero en cada etapa estaba siendo guiado por el Señor de gloria. Abraham muestra que la vida por fe no es la más cómoda, pero es en medio de ese largo camino donde la comunión con Dios se magnifica.

Quizá ninguno de nosotros es llamado a ser nómada, pero sí a seguir a Cristo; las promesas que Él ha dado las cumplirá y no las tiene por tardanza (2 Pe 3:9), hasta que todos los de la fe crean. Pero no solo esto, que Dios sustentará a los que llama, los preservará del mundo (Jn 17:20). Podemos seguir peregrinando por desiertos, pobrezas y dificultades, con la plena certidumbre de que Dios cumplirá su propósito en nosotros, y esto debería ser suficiente para cualquier creyente; su vida terminará siendo para la gloria eterna del Cordero.