Los peligros del evangelio social para el cristianismo

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En este texto se tratará el tema del evangelismo social; es importante estudiar este tema, ya que ha impactado directamente en toda América , y especialmente en América Latina. Es una realidad con la que la iglesia de Cristo vive y con la que también tiene que luchar. Esta forma de evangelismo ha tratado de juntar las masas alrededor de una lucha social junto con el nombre de Jesucristo. Dicho lo anterior, es importante que el verdadero estudioso de las Escrituras entienda que esta forma de sincretismo no es más que una falsa doctrina que busca mezclar los deseos y pasiones de los hombres con sus necesidades y tratar de llenarlos con luchas sociales y con un mensaje «cristiano».

Este texto no es exhaustivo; por lo tanto, al terminar de leerlo, el estudioso trata una introducción al tema y deberá profundizar más por sus propios medios. Además, solo presenta unos pequeños problemas de estas doctrinas, lo que significa que hay muchos más que no se pueden tratar en la extensión de este texto. Entonces, en este texto solo se tratará una introducción a la historia del evangelismo social y algunos de los problemas que presenta con las enseñanzas de la Biblia.

Los inicios del evangelio social

El evangelio social presenta unas características muy particulares que lo hacen diferente al evangelio de Jesucristo, de los apóstoles y al que ha sido enseñado desde el principio de la iglesia. Al conocer sus orígenes y sus características, se podrán observar sus particularidades que los separan de la ortodoxia de la iglesia.

El evangelismo social, comúnmente definido como la dedicación del cristianismo evangélico a la transformación social, tiene su origen más antiguo en las corrientes de reforma protestante y en el denominado «evangelio social» que surgió en Estados Unidos y Europa a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Se pretendía a través de este «evangelio» que los cristianos aplicaran sus principios a la justicia social, compasión del necesitado y de servicio a la sociedad en cada lugar y época. Quiere luchar contra la pobreza, la educación deficiente, los alcohólicos y la explotación laboral.[1]

En el caso de Latinoamérica, este enfoque llegó gracias en gran parte a la acción misionera estadounidense desde la mitad del siglo XIX. La doctrina Monroe de Estados Unidos impulsó este movimiento, trayendo las iglesias protestantes con esta teología a América Latina; además, ayudó a contrarrestar la hegemonía católica y las corrientes progresistas asociadas a la Teología de la Liberación, especialmente después de la Guerra Fría. Los evangélicos se centraron en la ayuda social, canalizándose a través de misiones educativas, médicas y filantrópicas. Para alcanzar esta conquista espiritual, se necesitó la colaboración de los predicadores protestantes, quienes fueron empleados por las autoridades económicas y políticas de Estados Unidos para romper el monopolio convencional de la Iglesia católica en Sudamérica y cumplir de esta manera sus propios intereses.[2]

Desde la perspectiva de la teología y el evangelismo social, la educación y la economía son necesarios y urgentes para el desarrollo humano y social; como tal, se busca atacar esa necesidad. Según esta perspectiva, se debe integrar la fe y la iglesia en todas las áreas del conocimiento, promoviendo un desarrollo que respete la dignidad y la justicia. En un mundo globalizado, además de estar empujando a la sociedad hacia el consumismo y la desigualdad, para la iglesia es crucial adoptar una educación que impulse un proceso económico basado en la espiritualidad. La educación es esencial para el desarrollo socioeconómico, y su planificación debe alinearse con las necesidades del mercado laboral.

El problema que ve está atacando esta perspectiva del cristianismo: es la concentración de la riqueza y las necesidades culturales y la marginalidad rural; todo se ataca desde la educación de calidad y el cristianismo social. Movidos por el deseo de la autodeterminación y la transformación social, promueven un desarrollo sustentable que respete el medio ambiente y la identidad cultural.[3]

En cuanto a lo político, hay una centralidad de la justicia social y la opción por los pobres. Como punto clave y la centralidad de esta teología social de América Latina es la elección privilegiada por parte de los más desfavorecidos. Esta no es únicamente una creencia ética, sino también una postura política que exige denunciar las estructuras de desigualdad y violencia que perpetúan la pobreza y la marginación social. La teología de la liberación identifica a los pobres no solo como destinatarios de la acción pastoral y a quienes el evangelio busca captar. En varias naciones, los movimientos motivados por esta tendencia han llevado a cabo procesos de organización popular y promoción de derechos, junto con acciones de denuncia ante las autoridades establecidas que sostienen la exclusión.

Una crítica sistemática al capitalismo dependiente, al autoritarismo y a los sistemas de opresión es parte de las características de la teología social. Esta crítica formula propuestas para cambiar la sociedad, basadas en los principios cristianos de solidaridad, justicia y hermandad. El influjo de corrientes marxistas ha enriquecido el análisis estructural de la pobreza, aunque siempre desde una óptica teológica. Además, no se queda en la teoría, va más allá, se materializa en una praxis comprometida. Ha estado presente, a lo largo de la historia, en procesos democráticos y revolucionarios como los de El Salvador y Nicaragua, fomentando que las comunidades cristianas participen en gran medida en la lucha por la justicia y la libertad.

Una de las características que presenta la teología liberal es su cuestionamiento a los teólogos ortodoxos, quienes han instado a la iglesia a ir más allá de enfoques puramente asistenciales y aceptar su deber de defender la dignidad humana y modificar estructuras sociales injustas. Su interpretación de las Escrituras desde la realidad de las comunidades oprimidas. Esta perspectiva enfatiza el aspecto liberador del mensaje cristiano y legitima la lucha por la justicia como un componente esencial de la fe.

 La religión popular, en lugar de ser percibida como una manifestación de desventaja, es reinterpretada como un recurso de resistencia y esperanza. Por ejemplo, las comunidades eclesiásticas de base han democratizado el acceso a la Biblia y han fomentado espacios de autoafirmación y solidaridad. El ecumenismo práctico constituye otra característica esencial, dado que en la lucha por la justicia se congregan cristianos de diversas denominaciones, incluso con individuos de fe y no fe impulsados por idénticos ideales. Se fomentan comunidades abiertas, inclusivas y fundamentadas en la igualdad esencial de todos los individuos.  A pesar de las resistencias internas de la Iglesia, numerosas propuestas de la corriente han sido recogidas, reinterpretadas y resignificadas en numerosos documentos episcopales latinoamericanos.[4]

A pesar de lo atractivo que es para el mundo, esta forma de doctrina se aparta muchísimo de lo que Dios quiere para su iglesia. Lo que se predica no es el evangelio de Jesucristo y, por lo tanto, no es una iglesia per se; lo que se está creando es una congregación de simpatizantes de Jesucristo y no necesariamente discípulos, y esto es lo que la convierte en tan peligrosa, porque se aleja de la verdad de Dios para hacerla atractiva a los hombres.

Los peligros del evangelio social

El evangelio social presenta varios peligros que son importantes de conocer para no ser seducidos a caer en el pragmatismo, porque, a pesar de que parece que tiene resultados muy buenos y extensos, se aleja totalmente de lo que Dios quiere para su pueblo y ahí es donde se encuentran los mayores riesgos. El creyente debe tener claro qué es lo que Dios quiere de él y lo que demanda para tener una conciencia clara de los peligros que tiene esta forma de evangelio posmoderno.

Los riesgos inherentes al evangelio social radican en que un gran número de cristianos no se encuentra en confrontación con la Palabra de Dios para llevar vidas santas, ni ellos se enfrentan a los inconversos para que se arrepientan de sus pecados y se conviertan en seguidores de Jesucristo. En contraposición, se insta a los cristianos a cantar y experimentar experiencias emocionales, mientras que se invita a los incrédulos a recibir atención física y prosperidad económica. Esta convocatoria tiene como objetivo satisfacer el hedonismo y utilitarismo que distinguen al individuo posmoderno. Se presenta al Señor Jesucristo como un suministrador de gratificaciones temporales y terrenales, desligando del mensaje el contenido soteriológico trascendente y eterno. [5]

Un desafío adicional es que no existen cristianos auténticos, sino únicamente aquellos convencidos.  Existen individuos que poseen un concepto de «creyente» que se caracteriza por su estabilidad.  Para estas personas, se refiere a la creencia en Cristo en un momento específico, y ya está: se ha convertido en creyente.  Indudablemente, el concepto bíblico de «creer» presenta una mayor dinamismo.  La auténtica fe salvífica se fortalece a lo largo del tiempo; el auténtico creyente se consolida en su fe a lo largo de su existencia, y es esta fe madura y continua la que también le confiere justificación, no meramente la fe manifestada en el instante inicial de la creencia (v. Romanos 4:20-22).

Estas personas también tienden a confundir la fe con la práctica religiosa.  La salvación radica en la fe, no en su profesión.  Indudablemente, la fe tiene un periodo inicial y debe ser expresada de manera pública; sin embargo, si es auténtica, experimentará un avance y un testimonio constante.  Por el contrario, la práctica religiosa a menudo culmina casi en el mismo instante en que se inició, en un único brote de euforia.[6]

No logra el objetivo final, que es enseñarles a guardar todas las cosas enseñadas por Jesucristo (Mateo 28:20). Cuando se predica otro evangelio y se convierte la congregación, en un centro ecuménico, es muy difícil unificar la doctrina. Cada uno cree lo que bien le parece y es bienvenido y recibido con los brazos abiertos; esto está muy lejos de lo que Jesús les ordenó a sus discípulos.

            Jesús mandó hacer discípulos «enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado», enmarcando la enseñanza continua dentro del contexto del discipulado cristiano. La instrucción de enseñar a guardar lo mandado implica la necesidad de que los creyentes comprendan y practiquen las enseñanzas de Cristo. La Gran Comisión se presenta como una orden para los apóstoles y, en un sentido más amplio, para toda la iglesia, donde cada miembro es un testigo del Señor.[7]

La teología contemporánea se inclina a aceptar a las personas independientemente de sus creencias o bases doctrinales, por lo tanto, congrega a personas con grandes diferencias doctrinales, creando un sincretismo tan diverso como el número de sus miembros.  Existen individuos que reconocen la divinidad de Cristo, pero rechazan su resurrección; otros mantienen la creencia en la existencia divina, pero rechazan la divinidad de Jesús; para algunos, Dios es Cristo y Cristo es Dios, pero no habría vida eterna. En última instancia, hasta la doctrina oriental de las reencarnaciones sucesivas se integra con el cristianismo. El periodo postmoderno puede adoptar una fe sincretista, con componentes ajenos al cristianismo, debido a que, en esencia, la lógica innata al razonamiento teológico ya no reviste tanta importancia.[8]

Por lo tanto, el evangelio social se aparta de la santidad que demanda el Señor; siempre, en toda la historia, el pueblo de Dios está llamado a vivir en santidad (Lev 11:44). El sincretismo y el ecumenismo planteado por el evangelio social hacen imposible tener un claro concepto de la santidad, especialmente porque no se tiene un concepto claro de quien el Señor. La santidad se asocia con el amor hacia Dios. Se refiere a la existencia pura, santa y obediente que experimenta el creyente, reservado para la gloria divina debido a nuestro amor. Por el anhelo que tiene por Dios y por sus promesas, el creyente guarda su vida del pecado. Al expresar afecto hacia él, aspiramos a emularlo, lo que generará en otros una percepción de su presencia y una atracción hacia él. Es de la santidad que surge el amor al prójimo y no a la inversa.[9]

Los incrédulos, los que no tienen pasión por Dios y no persiguen la santidad, no pueden ver al Señor; ahí es donde se encuentra el error y el peligro del evangelio social. Cuando no se predica de la santidad y no hay testimonio de guardar los mandamientos de Dios, no hay evidencias de la transformación por el poder del Espíritu Santo; por lo tanto, no hay testimonio de haber sido redimidos. Entonces es fácil mezclar voluntariamente creyentes con incrédulos en la congregación.

Todos estos peligros representan por sí mismos una advertencia clara para que los cristianos verdaderos se aparten de esta forma de falso evangelio. Y además representan un reto para poder predicar el evangelio de una manera más consciente y de la manera que Dios exige. Los resultados que tienen las congregaciones con un evangelio social parecen ser muy buenos y deseables, pero no son los que Dios desea para su pueblo.

CONCLUSIÓN

Al observar las diferentes características que tiene esta teología postmoderna del socialismo cristiano, es fácil observar cómo se aparta poco a poco de las Escrituras. A pesar de que se ha hecho muy popular en América Latina y en parte de Norteamérica, no es más que otra falsa doctrina con la que los verdaderos creyentes tienen que luchar. Debido a que tiene un evangelio diferente, ecuménico y casi universalista, es fácil atraer a las masas. Además, su posición política de luchar por las desigualdades sociales hace que otros grupos marginados puedan acercarse sintiéndose identificados, pero esto no hace que realmente tenga un conocimiento de Dios y de la necesidad de la salvación.

Este texto solo es una introducción a un gran tema que debe ser observado más detenidamente; por lo tanto, el lector debe profundizar más acerca de este tema si quiere tener un conocimiento amplio. Podrá utilizar como herramienta la bibliografía que se encuentra en este texto o ampliarlo por medio de otras. Este tema es muy amplio y hay muchas áreas que todavía tienen que explorarse.


[1] Kara Rogers, «Evangelio social» Británica(2020) https://www.britannica.com/topic/Protestantism

[2] María Luisa Pastor Gómez, «El evangelismo en América Latina, un poder creciente. El caso de Brasil» Instituto Español de Estudios Estratégicos (2018) https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2018/DIEEEA42-2018EvangelMLPG.pdf

[3] H. Fernando Bullón, Misión y desarrollo en América Latina (Buenos Aires, Argentina: Ediciones Kairós, 2000), 72.

[4] Rogers, «Evangelio social», Británica(2020)

[5] Salvador Dellutri, El mundo al que Predicamos, ed. Luis Nahum Sáez (Miami, FL: Editorial Unilit; Logoi, Inc., 1998),87.

[6] David F. Burt, Manual de Evangelización para el Siglo XXI: Guía para una siembra eficaz, 3a Edición (Barcelona: Publicaciones Timoteo;Publicaciones Andamio, 2005), 34.

[7] William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Mateo (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2007), 1051.

[8] Antonio Cruz, Postmodernidad: El Evangelio ante el desafío del bienestar (TERRASSA (Barcelona), España: Editorial CLIE, 1996), 180.

[9] John MacArthur, Hebreos y Santiago, vol. 1, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento (Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2014), 409.


BIBLIOGRAFÍA

Bullón, H. Fernando. Misión y desarrollo en América Latina. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Kairós, 2000.

Dellutri, Salvador. El mundo al que predicamos. Editado por Luis Nahum Saez. Miami, FL: Editorial Unilit; Logoi, Inc., 1998.

Burt, David F. Manual de Evangelización para el Siglo XXI: Guía para una siembra eficaz. 3a Edición. Barcelona: Publicaciones Timoteo;Publicaciones Andamio, 2005.

Hendriksen, William. Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Mateo. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2007.

Cruz, Antonio. Postmodernidad: El Evangelio ante el desafío del bienestar. TERRASSA (Barcelona), España: Editorial CLIE, 1996.

MacArthur, John. Hebreos y Santiago. Comentario MacArthur del Nuevo Testamento. Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2014.

Rogers Kara, «Evangelio social», Británica(2020) .https://www.britannica.com/topic/Protestantism

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