Marcas de un creyente verdadero. Prt 1

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Si alguien se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo. Stg 1:26–27.

Hay una advertencia importante y digna de tomar en cuenta: si alguno se cree religioso, esta expresión tiene que ver con el exterior del creyente, con las actividades litúrgicas y de iglesia. Aquí pareciera una persona fiel a Dios que va a los cultos, participa en las actividades de iglesia, es una persona que está inmersa en el mundo del cristianismo. Solo que no puede refrenar su lengua; lo que demuestra esta lengua es un corazón impío y termina delatando lo que realmente hay en la persona.

Es importante ver la lengua como una parte del cuerpo que ayuda a mostrar lo que no se ve. Jesús acusó del esto al decir «porque de la abundancia del corazón habla su boca» (Lc 6:45). Otro aspecto que dijo Jesús acerca de este tema es que los malos no pueden hablar cosas buenas y cada palabra será juzgada (Mt. 12:34, 37).

Alguno podría pensar que ama a Dios y que agrada a Dios, pero su lengua dice otra cosa; el chisme, las rencillas, y sobre todo la lengua mentirosa, abomina el Señor (Pro 6:17). Él tal se engaña a sí mismo pensando que a Dios le es agradable su culto, pero para el Señor esa persona es abominable, porque odia el pecado.

Es importante notar que Santiago reprende a los que suponen que son creyentes y que en el fondo son personas llenas de maldad, disfrazadas en su religión, pero que su lengua los delata delante de los hombres. Pueden aparentar una religión externa, pero el corazón perverso siempre busca la manera de revelarse.

Hermanos, cuidemos nuestro corazón de no albergar en él rencillas, rencores; llenémoslo de la Palabra, el amor y el perdón, para que nuestro culto sea agradable al Señor. Y aquellos que luchan con este pecado deben someterse bajo la mano poderosa del Señor, arrepentirse y apartarse, para encontrar perdón y vida eterna.

La hipocresía solo sirve entre los hombres mientras tengamos la boca cerrada, pero Dios trae a la luz el pecado oculto; delante de Él no hay hipocresía que valga. Es delante de Él que debemos estar aprobados, no delante de los hombres; si Él nos reprueba, no importa lo que piensen los hombres de nosotros.