No amen al mundo.

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No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.

1 Jn 2:15.

El mandamiento de amar a Dios es contundente, al igual que lo es el de no amar al mundo. La idea de no amar al mundo que tiene Juan en mente es la de comunión íntima y una devoción leal. Los creyentes no le deben lealtad a este mundo, ni a sus gobiernos, ni sus metas. No hay que tener hacia el mundo la lealtad y la devoción máxima que solo le pertenece a Dios. La causa común que une a los creyentes es Cristo, al mundo es el pecado, por ello, no puede haber esa relación de amor con quien quiere destruir lo que somos, no puede haber causa común.

Juan utiliza la palabra mundo para referirse al sistema de los impíos, los que ni temen a Dios. El mismo Apóstol da características del mundo para que sepamos por qué no debemos amarlo. Lo que proviene del mundo se opone al Padre (2:16). El mundo pasa (2:17) y no conoce a Dios, tampoco a sus hijos (3:1). Odia a los creyentes (3:13). El mundo es morada de los falsos profetas (4:1), del anticristo (4:3) y de los incrédulos (4:5). Y para terminar, todo el mundo está controlado por el maligno (5:19). No existe entonces la forma en que los creyentes tengan un amor y una lealtad tan fuerte a Cristo y a la vez a al mundo, porque estos se oponen.

Proverbios nos da una luz de otras características del mundo.

Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos (Pr. 6:16–19)

Santiago, por su parte, resume este problema así

¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg. 4:4).

¿Qué es amar al mundo? Es amar su doctrina, sus caminos y argumentos, todos los que parecen buenos, pero en el fondo son diabólicos encaminados a la idolatría. El sistema de este mundo es feminista, machista, animalista, globalista, ecologista, liberal, todas estas enseñanzas de pecado del mundo son las que lo hacen aborrecible, porque aunque sus causas parecen loables, en el fondo están oponiéndose a Dios, negándolo y haciendo causa en contra de su Hijo. El creyente no puede amar estas doctrinas porque satanás se disfraza de ángel de luz para engañar a los que están ciegos por el pecado y arrastrar a los creyentes con ellos.