Nuestra fe es probada por fuego para que entendamos que la victoria está en Cristo.

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Pues ustedes, hermanos, llegaron a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea, porque también ustedes padecieron los mismos sufrimientos a manos de sus propios compatriotas, tal como ellos padecieron a manos de los judíos. 1 Tes 2:14.

La conversión al evangelio de los tesalonicenses tuvo una cantidad de pruebas que indiscutiblemente son el resultado del poder del Espíritu Santo; se convirtieron en imitadores de otros creyentes como Pablo, Silas y Timoteo (1 Tes 1:6). De una manera milagrosa e indiscutible se convirtieron en el reflejo de otra iglesia que no conocían, la de Judea, a quienes no conocían, pero el mismo Espíritu que actuaba en esa iglesia estaba en medio de ellos.

Las iglesias indiscutiblemente se parecen las unas a las otras a la distancia porque son del Señor y están compuestas de nuevas criaturas que son renovadas por el poder del evangelio (2 Co. 5:17). El trabajo de los plantadores de iglesia es que los creyentes sean presentados delante de Dios perfecto (Col. 1:28).

Así que no es extraño que dos iglesias que no se conocían llegaran a ser similares y una imitadora de la otra. Además, si añadimos que los apóstoles plantaron la iglesia de Judea después de Pentecostés, surgió una persecución contra ellos. Para estos días también era una realidad para los que estaban en Tesalónica.

La persecución que vino a la iglesia de Judea vino después de la muerte de Esteban (Hch. 7:54–8:4). Luego sucedió que se le dio muerte a Santiago y Pedro fue echado a la cárcel. De la misma manera que ellos eran perseguidos, la naciente iglesia en Tesalónica estaba sufriendo por causa del evangelio (Hch 17:5–8), por los compatriotas suyos.

Lo más interesante de esta iglesia es que pronto se quedaron sin los plantadores de su iglesia, puesto que Pablo y los hermanos partieron después que se levantaron contra ellos (Hch. 17:10), pero el Espíritu Santo los llevó a la victoria y a que tuvieran éxitos en medio de la tormenta; aprendieron a gozarse en el evangelio a pesar de la persecución (1 Ts. 1:6).

Estas evidencias de una verdadera fe son las que estimulaban a Pablo a dar gracias a Dios por estos hermanos; los creyentes podían ver la gloria de Dios en medio de las persecuciones y seguirlo, entendieron que la eternidad está garantizada a pesar de la adversidad. Cuando la iglesia de Dios, por el poder del Espíritu que mora en ellos, se puede sobreponer a los problemas, da testimonio de la obra de la salvación y la esperanza que tienen en Cristo.

A pesar de la persecución y las pruebas, los creyentes prevalecen porque la obra no es humana, ni depende de la paz de este mundo, ni de la fuerza humana o de la vida de quienes predican en las congregaciones. La iglesia prevalece porque Cristo es quien venció a la muerte y el pecado para hacer victorioso con Él, a quienes oyen y creen en el evangelio. De manera que la victoria en Cristo está segura y por ello la iglesia puede seguir dando testimonio de Cristo en medio de la persecución y las dificultades.