Introducción
Por muchos años se ha tenido que luchar por las doctrinas de las Sagradas Escrituras, unas de las doctrinas más atacadas es la de la elección y predestinación. Desde los tiempos de los apóstoles, la era de los Gigantes, especialmente San Agustín de Hipona, tuvo que luchar para defender esta verdad escritural.
En el presente texto se presenta una respuesta a la doctrina de la Gracia preveniente, repasando las enseñanzas de Jesucristo y de los Apóstoles. Enseñar la salvación desde la perspectiva de Dios es muy importante, para ello es necesario revisar los textos que enseñan el tema de la vida eterna. Dios es el único agente activo en la salvación y el ser humano es el agente receptor de la gracia.
Es necesario entender que este texto solo presenta un acercamiento a los textos, si el lector desea profundizar en este mismo texto se citan algunos escritos que le ayudaran en la tarea de aprender de las doctrinas de la gracia.
Gracia Preveniente del arminianismo
Según los defensores de la gracia, preveniente es la obra de Dios mediante la cual hace al hombre neutral, de manera que puede escoger o no a Cristo como salvador, dándole a así la capacidad de escoger o no creer en el Evangelio. Claudionor lo resume así «Doctrina sustentada por Arminio, según la cual, aunque todos nos hayamos degradado como consecuencia del pecado, Dios nos restaura la capacidad de creer en las verdades del evangelio» [1] esto por su puesto se opone a las enseñanzas de las Escrituras y a las enseñanzas de los reformadores.
Lo que enseña esta postura
Según esta postura, Dios desea que todas las personas se salven, usan textos para defender esta postura tales como Ez. 33:11, 2 P. 3:9, 1 Ti. 2:3–4, Hch. 17:30. Expresa que Dios hace invitaciones universales en pasajes como Is. 55:1, Mt. 11:28. Sostiene que todas las personas tienen capacidad para creer o reunir las condiciones para la salvación. Si esto no fuera así, las invitaciones universales a la salvación no tendrían mucho sentido.
En cuanto a la elección, enseñan que Dios no tiene que predestinar, dicen que si no se puede resistir la gracia de Dios, entonces los no creyentes perecerán, no porque no quisieron responder, sino porque no pudieron. La gracia de Dios no sería eficaz para ellos, Él toma más el aspecto de un caprichoso soberano que juega con sus súbditos, que el de un Dios de amor y de gracia. Dios es amor y se mostró cuando se extendieron los brazos de su Hijo a todo lo largo de la cruz, Él abrazó a todos, porque ama al mundo. En conclusión, enseñan que la grandeza de Dios es superior cuando acepta ser rechazado y no obliga a nadie a ser salvo por su capricho de su soberanía. [2]
Objeciones al calvinismo
Si Dios ha determinado todo lo que tiene que suceder, no importa los que hagan los humanos, su comportamiento ético se convierte en irrelevante. Tampoco importa como viven los seres humanos, se salvaran o se perderán sean cuales sean sus acciones, las demandas éticas de santidad no son relevantes para la vida cristiana. Además, si Dios ya ha escogido quién ha de salvarse, y su número no puede aumentar, los elegidos se salvarán de todas formas, y ni uno más ni uno menos de la cantidad señalada vendrá a Cristo, esto le resta importancia a la obra de la predicación del Evangelio
Si la predestinación es cierta, los pensamientos, elecciones y acciones no son realmente de elaboración propia, ya que Dios lo ha predestinado todo, desde la eternidad las ha predeterminado. Si esto es cierto, entonces no hay humanos en el tradicional sentido de la palabra, son autómatas, robots, o máquinas. No tendría sentido alguno que Dios alabe al hombre por haber hecho el bien o los reprenda por haber hecho el mal, porque no podríamos haber actuado de otra manera.[3]
Como se ha visto, esta postura sostiene la libertad del hombre para aceptar o rechazar el Evangelio desde la libertad que Dios le ha dado. La gracia providente enseña que el hombre entonces es neutral, pudiendo así escogerlo o rechazarlo con plena libertad. Niega la elección y la predestinación poniendo énfasis en el amor de Dios que liberta al hombre.
Lo que las Escrituras enseñan
Ahora que es conocida la postura arminiana del proceso de elección, es importante observar lo que enseñan las Escrituras acerca de la condición del hombre y la necesidad de la intervención Divina, para tener una perspectiva bíblica de la salvación y tener respuesta a los que se oponen a ella.
La condición del hombre
La Biblia nos dice que «todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23). La Biblia enseña la total depravación de la raza humana. La depravación total significa que el ser humano es depravado o corrupto en todo su ser. No hay ninguna parte del hombre que no haya sido alcanzada por el pecado. Las mentes, voluntades y cuerpos se han visto afectados por el mal.[4] La Biblia enseña que no hay justos, no hay quien busque a Dios (Romanos 3:10–12).
La Biblia enseña que el hombre está: muerto en delitos y pecados (Efesios 2:1), vendido al pecado (Romanos 7:14). Esta verdad implica que el ser humano no es neutral como enseñan los arminianos, la misma maldad impide que el hombre se acerque a Dios, todo lo que hace está contaminado por el pecado. No solamente está contaminado, está imposibilitado. El hombre peca porque que es pecador, desde el vientre de la madre es concebido el hombre en pecado (Salmo 51:5). La depravación total siempre tiene que medirse por la santidad de Dios. Las personas pueden parecer buenas y hacer obras que parecen buenas, pero ninguna le añade merito para lograr la salvación.[5]
La esclavitud del pecado
Esta temática se encuentra en la enseñanza de Jesús reflejada en el Evangelio de Juan y en la epístola de Pablo a los Romanos, Cristo enseñó que el hombre pecador es esclavo del pecado (Juan 8:34–36). El hombre solo puede alcanzar la libertad por medio de las Escrituras (v. 31)
Pablo replica la enseñanza de Jesucristo en la epístola a los romanos (6:16–18), el efecto del pecado en el hombre no solo es la muerte, es también esclavitud.[6] Esta verdad explica por qué el hombre no puede tomar decisiones que no estén influenciadas por el pecado, no toma decisiones desde una postura neutral, toma decisiones desde la servidumbre a la cual está sometido a causa de su naturaleza.
El hombre, por tanto, es incapaz de escoger a Dios, de buscarlo (Rom 3:11) y mucho menos es capaz de encontrar por sus propios medios el camino a la salvación. Necesita algo externo que lo guie y que lo lleve a la salvación. Ya que se ha establecido que el hombre no puede buscar a Dios, se tiene que concluir que es Dios quien busca al hombre para salvarlo. Es de Jehová la salvación, el ser humano solo es el receptor de la gracia divina.
La elección de Dios
Ahora que se sabe cuál es la naturaleza y la condición, es necesario entender como el hombre puede llegar a ser salvo del pecado y de la muerte, a diferencia de lo que dicen los arminianos Dios interviene directamente en la obra de redención desde antes de la fundación del mundo. Es por ello por lo que hay que explorar las Escritura para encontrar la verdad de la elección y la necesidad de la expiación.
La elección de Dios en la historia
La Biblia enseña cómo es que Dios escoge en todos los ámbitos de la vida del ser humano, por ejemplo escoge o elige a ciertas personas para un cargo, tarea o servicio específicos, escogió a personas para el liderazgo sobre la nación de Israel, como en el caso de Moisés (Nm. 16:5–7) y Zorobabel (Hag. 2:23). A los sacerdotes de Israel los llamó de la tribu de Leví (Dt. 18:1–5; 21:5; 1 Cr. 15:2) y a hombres individualmente (p. ej., 1 S. 2:27–28). También escogió a los reyes (Dt. 17:15; 1 S. 10:24; 1 Cr. 28:4–6; 29:1) y a los profetas (Jer. 1:10). Escogió a Cristo para su plan redentor (Is. 42:1; Lc. 9:35; 1 P. 1:20; 2:4, 6). El Señor Jesús mismo escogió a doce de sus discípulos (Mr. 3:13–15; Lc. 6:13; Jn. 6:70; 13:18; 15:16, 19; Hch. 1:2, 24). Dios también escogió a Israel Dios para que fuera receptora de su pacto de amor y de bendiciones (Dt. 7:6–7).[7]
Por otra parte, las Escrituras usan exactamente la misma palabra para indicar elección a una función específica y para designar la elección a la salvación eterna (Hechos 9:15, 16). Dios escogió a Saulo para. Otro ejemplo claro fue Jacob y Esaú fueron escogidos para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese (Romanos 9:11, 12).[8]
La elección de Dios para salvación
La Biblia enseña que desde toda la eternidad Dios ha escogido intervenir en las vidas de algunos y llevarlos a la fe salvadora, por tanto ha escogido no hacer eso por otros. Esto Dios lo hace sin tomar en cuenta lo que el hombre es capaz o no de hacer, en otras palabras, escoge sin participación del ser humano. El destino final de la persona está decidido por Dios antes que la persona haya siquiera nacido y sin depender finalmente de la elección humana.
El ser humano solo puede escoger a Dios porque Él lo ha escogido primero. Si Dios no usara la predestinación y la elección particular por la condición del hombre ninguno sería salvo.[9] La predestinación hace referencia a la selección que hace Dios de los individuos para la vida o la muerte eterna. La elección es la selección de algunos para la vida eterna, es la parte positiva de la predestinación.[10]
La Biblia enseña que Dios distribuye Sus bendiciones a los seres humanos en una manera libre y soberana, y no en consideración de ningún mérito inherente en los seres humanos. Esto lo explica Pablo en las siguientes palabras: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe», Efesios 2:8–9. La salvación no tiene participación humana, no es la fe del hombre, las obras que realice, no participa en el proceso de salvación, lo único que puede hacer es recibir la fe que proviene de Dios y depositarla en Jesucristo. Romanos 3:20–28; 4:16; Gálatas 2:16.[11]
El llamado a los elegidos
Dios hace un llamado aquéllos a quienes ha predestinado para vida. Dios encuentra complacencia en fijar un día, un momento para llamar a los suyos a la salvación y arrepentimiento, es eficaz porque lo hace por medio de su Palabra y Espíritu. Este llamado tiene como objetivo cambiar el estado de muerte del hombre y vivificarlo. Se la analiza como obra soberana de Dios, realizada por el poder del Espíritu Santo Rom 1:6; 8:28, 30; 9:24; 1 Cor1:24, 26; 7:18, 21; Gl 1:15; Ef 4:1, 4 y 2 Tes 2:14.
Ya que el llamado es eficaz hay que concluir que la muerte de Cristo fue eficaz, por tanto por quienes murió indefectiblemente serán salvos. Cristo en Juan 17 ora por lo que han de ser salvos en particular, no hace una intercesión universal. Jesús ora sabiendo quienes son del Padre y quienes le fueron dados para que alcanzaran salvación (Jn. 17:9). Además Jesús entiende que los que el Padre le dio no pueden ser echados fuera, deben alcanzar salvación, porque son del Padre y por ellos va a morir en la cruz (Jn. 6:37, 39, 44, 65; 10:29; 17:2, 6, 20, 24). En Romanos 8:33 se explica que nadie puede acusar a los elegidos de Dios.[12]
La salvación empieza en Dios y termina en Dios, en la predestinación desde antes de la fundación del mundo y termina en la glorificación del hombre caído en pecado. Si Dios no eligiera a los hombres todos irían al infierno, imputa la justicia de Cristo a los elegidos y aplica la justicia divina a los que no fueron escogidos.
Conclusión
Después de observar los textos de la Biblia es fácil concluir que la doctrina preveniente parece aceptable desde la moralidad de los seres humano, una defensa a la bondad de Dios pero es un detrimento a las Sagradas Escrituras. La Biblia enseña claramente que la elección y la predestinación son obras de Dios.
Definitivamente ser humano está limitado por el pecado, es esclavo y todas sus decisiones están influidas por esa realidad. El ser humano no es neutral en ninguna de sus decisiones, todas sus obras están encaminadas hacia el pecado y en contra de la santidad de Dios.
Dicho lo anterior es evidente que el ser humano necesita ser liberado del pecado y salvado, esto solo lo puede hacer un ente externo al pecado, por lo tanto el único que puede salvar al hombre y darle la capacidad de escoger es Dios. Para ello Dios escoge a los hombres, los libera para que puedan verlo y encontrar la salvación.
[1] Claudionor Corrêa de Andrade, Diccionario Teológico: Con un Suplemento Biográfico de los Grandes Teólogos y Pensadores (Miami, FL: Patmos, 2002), 173.
[2] Stanley M. Horton, Teología sistematica: una perspectiva pentecosta, tradAndrés Carrodeguas(Miami, FL: Vida 1994) 337-339.
[3] Millard J. Erickson, Teología sistemática, ed. Jonatán Haley, trad. Beatriz Fernández, Segunda Edición, Colección Teológica Contemporánea (Viladecavalls, Barcelona: Clie, 2008), 930.
[4] R.C. Sproul, Las grandes doctrinas de la Biblia (Miami, FL: Unilit, 1996), 167–168.
[5] Charles Caldwell Ryrie, Teologı́a básica (Miami:Unilit, 2003), 249.
[6] James Leo Garrett h., Teologia sistematica: Biblica, historica y evangelica, trad. Nancy Bedford de Stutz, Segunda edición, vol. I (El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 2003), 540–541.
[7] John MacArthur y Richard Mayhue, Teología Sistemática: Un estudio profundo de la doctrina bíblica, trad. Loida Viegas Fernández y Juan Terranova (Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2018), 504–508.
[8] J. Oliver Buswell Jr., Teología sistemática, tomo 3, Jesucristo y el plan de salvación (Miami, Florida: LOGOI, Inc., 1983), 589.
[9] R.C. Sproul, Escogidos por Dios (Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia, 2002), 95.
[10] Erickson, Teología sistemática, 930.
[11] Louis Berkhof, Teología Sistemática, trad. Cristian Franco (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2018).
[12] MacArthur y Mayhue, Teología Sistemática: Un estudio profundo de la doctrina bíblica, 564–565.