Someterse a los jefes es una señal de estar sometido a Cristo.

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Siervos, estén sujetos a sus amos con todo respeto, no solo a los que son buenos y afables, sino también a los que son insoportables.Porque esto halla gracia, si por causa de la conciencia ante Dios, alguien sobrelleva penalidades sufriendo injustamente. 1 P 2:18–19.

Ciertamente, la cultura moderna no quiere sufrir el agravio; en el trabajo es normal escuchar quejas y malestar de los empleados, bajan el rendimiento a causa de sus salarios o inconformidades con los jefes; algunos hasta señalan que es una cuestión de «derechos» y esto ha calado en el corazón de algunos creyentes, de manera que son incapaces de dar honra a Dios sujetándose a sus amos.

Es raro que los creyentes vayan a huelga cuando Dios les manda sufrir en sus trabajos en manos de sus jefes difíciles. Pero este fenómeno ha entrado en los gremios; los agremiados van y se manifiestan, algunos creyentes hasta celebran las victorias alcanzadas, otros están dispuestos a seguir en pie de guerra. Este mal lo he visto y da temor pensar qué tan lejos podemos estar de las Escrituras cuando andamos defendiendo nuestros «derechos»

En la Biblia hay relatos de muchos esclavos y muchos de ellos estaban creyendo en Cristo (Flm. 12–16) y estos mandamientos son para estas personas que tienen que soportar el yugo de la esclavitud. La Biblia los manda a ser complacientes con sus amos (Tit. 2:9) y a darles honor (1 Ti. 6:1–2) y, sobre todo, a obedecerles porque hacerlo es una declaración viva de que están sujetos a Dios (Ef. 6:5–8).

Una lección que aprendemos de este texto es que la murmuración contra nuestros jefes es contra Dios, porque Él sustenta a sus hijos por medio de estos acaudalados, lo que significa que solo son un medio de la provisión del pan diario que prometió. Además, someternos a los jefes insoportables es una forma de mostrar la humildad que Dios quiere ver en cada uno de sus hijos, pero sobre todo es una marca de una teología sana.

El Señor nos sustenta por medio de los trabajos donde encontraremos diferentes problemas y personas; los jefes insoportables también son dignos de honor, porque no servimos a estos, sino a quien les ha dado autoridad, es decir, a Dios.