El Predicador, además de ser sabio, enseñó también sabiduría al pueblo; y reflexionó, investigó y compuso muchos proverbios. El Predicador trató de encontrar palabras agradables, y de escribir correctamente palabras de verdad. Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos bien clavados las de los maestros de estas colecciones, dadas por un Pastor. Pero además de esto, hijo mío, estate prevenido: el hacer muchos libros no tiene fin, y demasiada dedicación a ellos es fatiga del cuerpo. La conclusión, cuando todo se ha oído, es esta: Teme a Dios y guarda Sus mandamientos, Porque esto concierne a toda persona. Porque Dios traerá toda obra a juicio, Junto con todo lo oculto, Sea bueno o sea malo. – Eclesiastés 12:9–14
Ha llegado el final del discurso de Salomón, en la enseñanza para su hijo ha recorrido numerosos temas, este predicador explica que se ha dedicado su sabiduría, la ha enseñado, de manera que no se ha comportado egoístamente con su conocimiento. Pero también se dedicó a la reflexión, la investigación y como es testimonio este libro a la escritura. Lo que el predicador usa para referirse a sus enseñanzas tiene mucho sentido, aunque seguramente no entendió en primera instancia lo que significaría este libro para tantas generaciones.
Describe Salomón las enseñanzas como aguijones, muy apegado a la cultura de los judíos del pastoreo, compara sus palabras con una vara puntiaguda que se usa para guiar a los bueyes y hacerlos andar, o para guiar a los rebaños de ovejas, así describe sus enseñanzas, como una guía espiritual para los más jóvenes. Pero también la describe como aguijón y clavos puestos en la mente de los estudiantes, quizá porque esa forma tan práctica de enseñar lograba el objetivo de no olvidarse tan fácilmente. Lo que si es cierto es que para el predicador enseñar también fue de cansancio.
Para Salomón el escribir libros se ha vuelto cansado así que resume todo lo dicho en que el ser humano debe temer a Jehová, en otras palabras debe buscarlo en la sabiduría de Dios, «El temor del Señor es el principio de la sabiduría; Los necios desprecian la sabiduría y la instrucción» Proverbios 1:7. Parece que Salomón concluye su libro como inicia otro libro de sus enseñanzas, sus enseñanzas giran alrededor de la búsqueda de la sabiduría y la necesidad que tiene la humanidad de ella. El ser humano debe adorar a Dios, buscarlo y seguir sus mandamientos; hay que entender que el ser humano está hecho para adorar a Dios si ese no es su meta entonces no es sabio y será juzgado para siempre (Ap 21:8).
Pero los que realmente adoran a Dios deben hacerlo con una conciencia pura, porque Dios conoce sus adoradores y traerá a la luz la hipocresía de los hombres y los retribuirá, así como sacará a la luz las buenas obras de los hombres (2 Co 5:10), en otras palabras a Dios nadie lo puede engañar, alguien puede parecer muy piadoso pero Él conoce a los suyos, hay que buscarlo y adorarlo en espíritu y en verdad para no ser juzgados por la hipocresía. Los temerosos piden a Dios ser librados de sus pecados (Salmo 19:12), entiende que «El temor de Jehová es aborrecer el mal» (Proverbios 8:13). Todo esto debe traer gozo y alegría a las vida de los que temen a Jehová.
En cuanto a todo estas enseñanzas prácticas de este libro solo se puede resumir que el creyente necesita meditar en las Sagradas Escrituras y hallar en ella deleite para que sea un buen adorador, pero esto también es dado de Dios. En palabras de David…
¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, Ni se detiene en el camino de los pecadores, Ni se sienta en la silla de los escarnecedores, Sino que en la ley del Señor está su deleite, Y en Su ley medita de día y de noche!