Testigos del mensaje de la Cruz

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y lo que han tocado nuestras manos, esto escribimos acerca del Verbo de vida. Jn1:1

Siguiendo el pensamiento de Juan es importante observar el centro de su mensaje, el apóstol centra su mensaje en dar testimonio de Jesús, no solamente en su ser eterno, también en su ministerio terrenal. Este versículo debe ser tomado en cuenta muy seriamente porque introduce la divinidad de Jesús y su humanidad. En medio de los ataques gnósticos el Evangelio y la primera epístola son defensas férreas de la divinidad de Jesús pero también de su humanidad.

Jesucristo era el Dios-hombre totalmente Dios (Jn. 10:30, Fil. 2:6; Col. 2:9); y a su vez completamente humano (Lc. 1:31; Fil. 2:7–8; He. 2:14; 4:15). Esta realidad es la que Juan vio, pero Cristo era tan humano que les enseñó. Lo que Jesús dijo y les enseñó ellos eran testigos. ¿Cómo enseñaba Jesús? Las parábolas, los sermones y aun palabras en la intimidad de los apóstoles.

El Testimonio de Juan es importante porque eso fue oído y nunca más será oído, ya Jesús se ha revelado y no hay más enseñanza de su parte. Pero Juan se convierte en el fiel defensor de las enseñanzas oídas de parte de Jesús y las escribe con un propósito bien claro.

«Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de Sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengan vida en Su nombre» Jn 20:30–31. 

Aunque el ministerio evangelístico de Juan es muy discreto y las Escrituras no dicen nada acerca de este gran ministerio, lo que sí está claro es que estaba comprometido con la causa de Cristo. Estuvo dispuesto a enseñar lo que había escuchado acerca de Cristo aunque al igual que otros apóstoles sufriera persecución. 

Esto debe ser un motor evangelístico hoy para la Iglesia, enseñamos lo que hemos oído, lo que hemos leído y lo que se nos ha confiado del Evangelio. Lo que escribió Juan parecen palabras sencillas pero en ellas estaba plantando guerra a los herejes, algo que hoy no es distinto. Para separarnos del error hay que ser valientes y luchar por la verdad del Evangelio, predicarlo, enseñarlo, porque el mundo ha cerrado sus oídos, pero Dios los puede abrir si predicamos su mensaje.

Es cierto que cuando alguien tome esta decisión sufrirá consecuencias y algunas más graves que otras dependiendo de donde se encuentre. Pablo dice esto acerca del ministerio del evangelismo y la predicación.

Sufre penalidades conmigo, como buen soldado de Cristo Jesús. por el cual sufro penalidades, hasta el encarcelamiento como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está presa. Por tanto, todo lo soporto por amor a los escogidos, para que también ellos obtengan la salvación que está en Cristo Jesús, y con ella gloria eterna. Palabra fiel es esta: Que si morimos con Él, también viviremos con Él; Si perseveramos, también reinaremos con Él; Si lo negamos, Él también nos negará; Si somos infieles, Él permanece fiel, pues no puede negarse Él mismo. 2 Timoteo 2:3, 9-13

Las consecuencias de testificar a Cristo son muy graves pero la consecuencia de negarlo es peor porque Él nos juzgará. Los que tienen el llamado al ministerio de la Palabra y no están dispuestos a sufrir, deben revisar su llamado, no porque sea masoquismo sino porque las mismas escrituras dan testimonio de las consecuencias de ser testigo de Cristo, por eso las voces hoy se han callado en muchas partes y parecen susurros ¿Y la nuestra?