Tomar la cruz es un camino doloroso, pero solo este nos puede llevar a la gloria.

silhouette of man and woman standing beside cross during sunset

Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: «Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y que Me siga» (Mt 16:24).

Para ser discípulos de Jesús hay que estar dispuestos a tomar la cruz y seguirlo. En este punto, tomar la cruz se refiere a estar dispuestos a asumir cualquiera de las consecuencias de seguir a Cristo. Los que quieren ir en pos de Él deben estar conscientes de que vendrán días donde serán menospreciados, difamados, serán causa de burla y persecución. Cuando esto se manifieste, no debe haber intención alguna de volver atrás.

La condena vergonzosa que significaba desfilar por las calles de Roma y mostrarse como los despreciados del mundo hasta la muerte; eso significa tomar la cruz; por lo tanto, tomar la cruz es la disposición a caminar hacia la muerte por causa del evangelio. Si alguno no quiere tal cosa, entonces no puede ser discípulo de Jesús.

La otra cuestión es que deben estar dispuestos a seguir a Jesús, en el abandono del pecado, del mundo, e ir en pos de la santidad y del buen juicio. Jesús nunca prometió que su evangelio sería de paz; cuando se predica un evangelio que trae paz a los incrédulos, ese no es el que Jesús enseñó (Mt. 10:34–36). Porque si Jesús, siendo Dios, padeció, sus discípulos llevarían las mismas marcas.

Seguir a Jesús no es ir a una vida fácil, pero es el único camino de salvación. Los que quieren seguir a Cristo sin dolor ni sufrimiento son falsos creyentes, porque quieren un evangelio diferente; no existe tal cosa de seguir a Cristo sin sufrimiento (Mt. 13:20–21). Los que quieren un evangelio fácil se van de las iglesias decepcionadas de su falta de prosperidad y otros pretextos que pondrán para decir que han sido incapaces de aceptar el evangelio tal como es, sin darse cuenta de que con ello condenan sus almas al infierno.

Por lo tanto, seguir a Cristo es una obra de sumisión completa a Cristo para ser imitadores de Él, hacer su voluntad y seguir su Palabra (Jn. 8:31). Esta fe que significa tomar la cruz es la que trae salvación y vida eterna (Ro. 1:5; 16:26). Los que sí deciden seguir a Cristo han sido llamados a la obediencia absoluta (1 P. 1:2).

Seguir a Cristo no es una cuestión tan fácil como ir a la iglesia, congregarse los domingos y estar sentado una hora en el culto; es ser obedientes a su Palabra, aunque esto nos traiga persecución y muerte de parte de aquellos que lo aborrecen. Es cierto, seguir a Cristo no es cosa fácil, pero es el camino a la vida eterna, y ha prometido que donde Él esté, estarán aquellos que han decidido servirle (Jn. 12:26).

Los que están sufriendo por causa de Cristo saben lo difícil que es, pero es el camino que Él nos ha prometido; en un sentido real, este sufrimiento nos hace anhelar la patria celestial, la que ha de venir. El consuelo del creyente después de tomar la cruz es que Cristo está con nosotros y esperándonos para glorificarnos con Él, aunque para el mundo solo seamos basura.