Porque dices: “Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad”. No sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo.
Apocalipsis 3:17
Desde Adán hasta la actualidad el ser humano está sujeto a padecimientos, lo paradójico de este asunto es que parece que los justos padecen más. Abel fue asesinado, Job fue desposeído de todo, José vendido, Moisés no entró a la tierra prometida, muchos profetas desearon la muerte, Jeremías vio el juicio de Dios de frente, Daniel no volvió a Israel, algunos apóstoles fueron mártires, la iglesia primitiva perseguida.
Sin hacer apología del martirio, me ha surgido una duda, ¿está la iglesia viviendo una época de paz o de desprecio hacia Dios?
La iglesia de Laodicea decía de sí misma: Apocalipsis 3:17 (RVR60): Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad. Es extraño pensar que un creyente piense así de sí mismo.
Un paréntesis, no por ser creyentes, debemos ser pobres, mendigos o necesitados como reflejo de una falsa espiritualidad. Pero cuando pensamos en la proyección del mensaje de Dios, hacer discípulos y ser un discípulo, tiene un costo muy alto. En otras palabras, negarse a sí mismo para seguir a Cristo es un ejercicio de fe y de continua negación, los placeres momentáneos, las riquezas de este mundo, los deseos de la carne, entre otros.
Viéndolo desde un punto global parece que cuanto más comprometida estaba la iglesia con el evangelio más sufría persecuciones, entonces posiblemente hermanos estamos tan cómodos con nuestra vida terrenal que el cielo no es una necesidad, nuestro galardón está en los tesoros terrenales y hemos olvidado los tesoros celestiales, estamos tan comprometidos en seguir las reglas de nuestros gobiernos que nos hemos olvidado que debemos presentarnos ante el tribunal de Cristo.
Hermanos, el evangelio está tan prostituido y los creyentes tan acomodados a este mundo y absorbidos por las riquezas terrenales que aunque estamos seguros de tener la verdad del evangelio, no queremos llevar las consecuencias de ser creyentes. Tanto es verdad que Cristo dijo: Juan 16:33–17:1 (RVR60): 33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
Pero otra vez hemos caído en la tentación, la misma que cayó Eva, con que Dios os ha dicho, y ahora, en vez de los vituperios de Cristo, nos conformamos a este mundo. De tal manera que ponemos en duda todo lo que Dios ha dicho y nos ha prometido y ahora los que prima en nuestras vidas es nuestro razonamiento más que los mandamientos de Cristo. De tal manera que cada vez nos endiosamos más y la iglesia se separa de la biblia y cae en la trampa del Diablo. Somos expulsados del paraíso de la esperanza para caer en la desértica tierra de nuestras habilidades caídas y pecaminosas.
Hermanos míos, es hora de seguir a Cristo de todo corazón, con toda nuestra alma y desear, anhelar la venida de nuestro señor, seguir sus pisadas y reanimar la iglesia, pero esto es una decisión de cada persona, cada creyente. Pablo dijo: Filipenses 3:20 (RVR60): Más nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.
Hermanos, no nos dejemos cegar por el discurso del enemigo que nos quita las esperanza en el Único Dios verdadero y la pone en nosotros mismos para luego vernos destruidos y sin fe. No caigamos en la trampa que cayó Eva y luchemos por mantenernos firmes en la palabra de Dios, aunque esto parezca difícil. Pongamos la mirada en Cristo, quitémonos del trono que solo a Él le pertenece y al igual que los hombres y mujeres de la antigüedad, cuando el mundo los rechazaba, cuando parecían pordioseros y hasta locos, tenían algo que el mundo no entiende que es La Paz y la esperanza que solo proviene de Cristo. A Dios sea la gloria por los siglos de los siglos amén.
Hebreos 12:1–3 (RVR60): Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.